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sábado, 1 de octubre de 2011

Ermitaña





Ermitaña en la ciudad de fuego,ya nada me subyuga,ya nada me conmueve;
Pero el amor y la muerte hermanos uno del otro,me persiguen y quieren habitarme.


Y huyo como una desposeida por entre calles desconocidas;
Avanzo entonces hacia la ciudad de fuego.
Sus puertas no tienen cerrojo,solo anchura de pavimentos y de avenidas insondables.


Es una aldea global y la sobrevuelan aviones...
Ellos los que dan voces amarillas la nombran internet.
Un estruendo de balas y de bombas,rapidas, mortiferas, como un boton computarizado,aplastan niños palestinos,que estan sobre la arena,indefensos,mutilados, tendidos.


Enmudecieron las bocas de la ciudad de fuego;
pero los bares estan llenos de borrachos y de prostitutas.
Suena un tango;
¡Que viva la ciudad que habito¡
Si, ya nada me conmueve,ya nada me subyuga,tan solo el amor y la muerte;
hermanos uno del otro.


Nota: Este poemita y los dos anteriores forman parte de una obrita titulada; Silencio de alas.
Elena

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