Mirar la punta de mis zapatos.
Más no la de mi nariz,
Dejar que la muerte se adueñe del espacio que me pertenece
Eso es dejar que el constante habitante que me posee,peregrino incensante...
Se plantee otros espacios, abismos disfrazados.
¡Ay de mí ! Hay un no querer dejar lo amado en la distancia
Un no querer decir adios...
Pero era yo, en el jardín perdido,premura y elocuencia de flores ,son sueños rotos...
Sí, el tratar en vano de mirar de frente nuevas cosas
Y hasta quizás nuevos decires...
¡A! pero es mentira, no existe nada nuevo,
Es solo la velación de un oscuro pasar.
Y pasamos por entre un túnel ¿O qué se yo?
Sí, es un oscuro pasar entre hondonadas,
Pero la vida es más que eso...
Sombras, siempre las mismas cosas
Siempre las mismas cosas,
Solo disfrazadas.
Y mientras la horrenda muerte se apodera de la vida.
¡A!, siempre la misma nostalgia...
Nostalgia que nos llega por entre un mundo en apariencia claro,
pero amargamente solemne, augusto.
¡Ay! abulia del eterno sinsentido;
El habitante perenne me abandona...
Y es que quizás ha llegado al límite de sus fuerzas
Y sólo sombras quedan, grices los colores se camuflan.
Sí es la impiedad del desacierto,si por lo menos me invadiese la locura;
más no la lujuria;
¡Ay! , si ella me permitiese abarcar la luz que no poseo.
Sólo bombillas refulgen despiadadamente sobre la ciudad;
Ciudad asediada por el sueño;
Lo artificial se apodera de los sueños...
Y los hombres, los seres se cubren con colores el día.
Y de nuevo cae el telón y los antiguos mundos son descubiertos...
El hombre entonces es solo una rana azul que croa en los estanques.
El constante habitante que me posee ha vuelto sus ojos dentro
y mira cual si mirase un abismo.
Y al mirar dos llamas de fuego le atraviesan el alma, hoguera eterna
Si, pero y de nuevo afuera, esta la urbe anonadante.
Estos espacios lo exterior no son otra cosa,que delirios.
Delirios de la memoria,en la continuidad de la mano que crea.
Pero estoy ahora siendo atravesada por el barro, la siempre duda...
Ese es mi intento fallido por alcanzar nuevas fugas,¿No?
Hasta quizás nuevos caminos.
Pero sigo allí, allá, allá, perdida en el espacio que me amaba.
¿O era yo quién lo amaba?
¡Total!, ahora desoladamente vacío, velado por mi sórdida ausencia
impiedad existente de mi corporeidad de muerte.
¡Ba! ella, la muerte que regresa y me atrapa en su memoria para siempre.
No, basta, amo el amor y eso es todo,
¡Me oyes, me entiendes...!
Extraido de mí líbrito Preámbulo para un nuevo amanecer.
Beatriz Elena Morales Estrada
Seudónimo: Elena Yocasta Marin
Derecho de autor registrado en la unidad administrativa de derecho de...
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