Josefina Grajales no era mujer de fantasias, ni de ensoñaciones banales, era una
una persona común y corriente.
Su mente buscaba aclarar el enigma de la vida atraves del estudio y de la razón.
Se Hallaba en desacuerdo,eso sí,con la publicidad ideológica con la que el comercio adornaba los edificios, las calles de la ciudad, en el caso de la imaginación, del imaginar , a veces entraba en contradicción ,se preguntaba si ésta era ajena a la razón.
El caso es que ella, aunque era muy joven todavía , pensaba que sin duda, tendrían que existir otras formas para lograr el conocimiento...
Pero qué es el conocimiento? se preguntó, mascullando bajo alguna palabreria incierta.
¿ La razón quizás ? Sí más o menos esto era lo que ella mascullaba, esto era lo que discernía.
Hasta cierto punto, una parte de la humanidad jamás se detendría a pensar a pensarse a través de los sueños.
Equivocada o no eso era lo que pensaba en aquella época.
Las elubricaciones metafísicas de Josefina Grajales, aunque buscaban la trascendencia de lo fenoménico, es decir de aquello que estando puesto delante de nuestros ojos, como lo que creemos real, era sólo la apariencia de una cosa , no lo real mismo; estaban basadas en hechos muy concretos.
Bueno al menos eso era lo que creia...
Empero llega un momento en la vida de Josefina, en que tiene que reconocer, lo inverosímil, lo absurdo, como algo que posibilita un camino para entender otras formas del saber y tampoco era cuestión de la imaginación.
Una noche, Josefina Grajales cansada de la rutina del día se acostó y se quedó profundamente dormida.
Al mucho rato y como a eso de la media noche descubrió que a la orilla de su cama y de la manera más palpable en que hubiera podido ver y oír; notó que se hallaban dos mujeres ancianas conversando, sentadas en sendas sillas.
Ella las miraba, las veía, pero aún con los ojos cerrados Josefina sabia, y sentía que no las soñaba, ellas sólo estaban allí, una de cara a la otra.
Una de origen alemán, lo supo por el acento de su voz y porque la escucho decirselo a la otra.
Sentadas con confort las dos viejas amigas parecían acabar de reencontrarse en el tiempo.
Quizás una brecha de éste las habia deslizado justo frente a la habitación de ella, que ahora las escuchaba hablar.
El diálogo era de lo más común, algo que se puede tener a diario en la vida de las personas. Sin embargo no dejaba de ser extraño.
¿Qué hay qué hacer ? pregunto la anciana aquella que no parecia venir de ningún país lejano; la otra vieja, la alemana respondió - Hay que haber estado casada, luego salir vestida completamente de negro y permanecer en la calle todo un día_
Por momentos las ancianas parecían mirar hacia el lecho de Josefina que a estas alturas se encontaba por completo paralizada ,sus miembros parecían más pesados que nunca, pero sus sentidos captaban con atención cada detalle.
Josefina sólo escuchaba no se atrevía a pensar en más nada. -Creo que eso es algo muy dificil - respondió la otra.
La vieja alemana miró con seriedad el rostro de su amiga, y le dijo con firmeza _Pero sobre todo hay que tener ganas , muchas ganas de querer conquistar el nido de una jovencita- Dicho esto las voces se perdieron en la lejanía y la presencia tan palpable de estas dos mujeres se desvaneció en la penumbra de su habitación.
Ésta perpleja aún no atinó en esos momentos a detenerse en la simplicidad esa conversación tan vana y a la vez tan rara.
Estaba segura eso sí , que aquello no lo había soñado, no lo soño.
De algún modo u otro, si bien estos personajes estaban en su sueño, eran independientes de ella, estaban afuera, afuera , aunque en su alcoba.
¿Pero entonces qué rayos fue eso, de dónde surgieron esas voces y esas figuras de viejas ricas y bien ataviadas?
Extraido de mi librito Voces de la Noche, Beatriz Elena Morales E, diciembre 2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario