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domingo, 18 de septiembre de 2016

MUCHACHO





                        MUCHACHO

Muchacho pálido y castaño,
 has vestido de ausencias,  las auroras que te amaban
hombre de ojos marrón,  que llegaste con tu presencia de vida
has dejado huérfanas,  las flores que besaste
con tu sonrisa, invadiste largos  predios,
 que por mucho tiempo,  aun serán tuyos  
  muchacho pálido del sueño, con tu sonrisa encantada, abriste campos de estrellas
y con esa misma sonrisa, llevaste a volar en lejanías, el nido al que llegaste
muchacho frágil y  alto, el puro  amor,  de puro  amarte se consuela
y aunque en ausencias, vagaras hasta las sombras
no en vano el ave  en el nido, que dejaste abandonado,
 espera, que se asomen siempre vivas   
 muchacho de ojos marrón,  sé,  que no te fugaste  a voluntad
solo, sé,  que la vida, te empujo  a tener otros andares
pero quizá, en tu  corazón matinal,
como el ave en  añoranza,  cantaras y cantares y mientras tanto
un suspiro es llevado por el viento  de rama, en rama,  
de tanto, en  tanto  a  tus  oídos llegará

 Beatriz Elena Morales Estrada ©
Extraído de mi librito preámbulo para un  nuevo amanecer 1993

NEVABA





NEVABA

Nevaba sobre el azul  grisáceo de la tarde
nevaba, en verdad nevaba,  sobre la sangre liquida
de mis ojos tras mutantes … 
Nevaba sobre el asfalto, de estas calles viejas de transeúntes milenarios
Nevaba…
En verdad Nevaba, sobre el trémulo palpitar de mi alocado corazón 
sobre mi rostro claro envuelto en sombras 
como si recordaran veladas  ausencias
nevaba sobre el nocturno  valle de los  muertos 
nevaba sobre la sangre roja
sangre roja nevaba sobre el paisaje de un desteñido color
y la nieve me ocultaba la delgadez de un figura de pájaro 
nevaba  sobre la cóncava sombra de mis ojos
en verdad nevaba sobre la abertura oculta de mi  rostro
de mi rostro, que vertía lluvias  de un arroyo cercano
Nevaba, en verdad nevaba, sobre mis ojeras negras
Y sobre mis viejos zapatos,  que quedaron empapados,  de la nieve que quemaba
Nevaba y la nieve  que caí,  me oculta   el verde, verde, que se hallaba perdido,  sobre la rama de un ciprés…
Nevaba, en verdad nevaba,  sobre un   valle de ausencias
Nevaba.
Beatriz Elena Morales Estrada ©

Extraído de mi librito preámbulo para un  nuevo amanecer 1993

Y ES TARDE







Y ES TARDE

Y es tarde y el cielo tiene ganas  de llorar y es tarde
las nubes luchan por contener sus lágrimas de un grisáceo color
y es tarde y ya casi se rompe la etérea
y el cielo tiene grandes ojeras
y es tarde y las sombras me consumen 
y la mar del alma lucha y se contiene
y es tarde y tornase el mundo en un pabellón casi sombrío
allí los condenados a muerte yacen sin perennidad
y la mar del alma no se pudo contener 
y la lluvia se desbordó  entre los copos  de las nubes 
y es tarde, en el sombrío valle de los muertos
¡Ay!  Y sus  ciudades son muros grises
con bocas asfaltadas , casi sedientas de polvo y de  sangre
sangre de los muertos que no mueren
sangre  de la sangre de los inocentes
y es tarde y solo el cielo gris y húmedo queda como mudo testigo de las cosas
y es tarde y se desataron las aguas de su cauce
y el dulce mana broto , dejándose caer en levedades
y el arroyo sacudió sus pantanos y
y entonces  duendecillos susurraron  sus nostalgias
pero la hoguera que encendía mi  fuego
se esparció de pronto, entre un viento furtivo  
y es tarde y el cielo tiene grandes ojeras
y las nubes  son algodones  que se derriten  
formando ciertas  tristezas,  en pies descalzos
  y es tarde…
Beatriz Elena Morales Estrada ©
 Extraído de mi librito preámbulo para un  nuevo amanecer 1993

lunes, 12 de septiembre de 2016


CONVERSACIONES CONMIGO MISMA
Hace muchísimo tiempo me preguntaba ¿Cuál sería mi verdadera vocación? Y pensaba que hay cosas, que solo se nos develan con el tiempo y sentía que era necesario volver al punto, en donde la rueda de la vida comenzó a generar el movimiento y pensaba que incluso todo, debía de tener alguna justificación o explicación.
Equivocada o no; así pensaba y llegada a este punto. He sentido una gran decepción ¡Cuanta bufonería! Pero vea usted amable lector, quizás nos hemos preocupado demasiado por los resultados y hemos ignorado, los caminos tortuosos, los procesos tenaces, por los cuales, uno llega a ser lo que es; lo que cada uno es, lo que somos y en esos procesos, juega un papel muy importante las instituciones, de toda índole y claro; no podemos dejar de lado el sentido de la educación; la educación, por medio de ella se somete, a la bestia humana, se le induce al raciocino, se la somete, a la mansedumbre y en fin; atraves de ella, se no ofrece, en pequeñas cantidades, una poción que dosifica, nuestro musculo pensante.
Un jarabe dulce, que consumimos a cada instante. Bombardeo de imágenes.
Y si, ciertamente, un camino es el hombre, un sinsentido, lleno de sentido y de significaciones, tanto, de manera particular, individual, como general, en ese todo, de la humanidad…
¿Pero y que pasa con eso?
No obstante; el hombre, es un ser que se repite, en su historia, en la cultura, una y otra vez oscila en el aparente vacío de la nada; y rueda y rueda, como un arlequín, sobre un mismo punto.
Nos jactamos del progreso que genera la ciencia y la cultura, nos jactamos si, y sin embargo esta, oculta un germen, un virus que esta incubado en nuestra sangre y que esta agazapado como una hiena, detrás del brillo de las luces de neón y de los cerebros que manejan y manipulan el poder en todo mundo.
¿Cuándo se despertara nuestra conciencia?
Pare, pare ya de hablar ¿Qué cosas dice? ¿Qué pretendes con esto? Nada, tiene usted razón amble lector; me he puesto demasiado trascendental y eso, eso no es bueno, ya que hay devaneo, de materia gris en movimiento y eso, quizá, no sea precisamente lo que usted buscaba…
Por ahora esto, no es ninguna conclusión, de la que pueda jactarme; no para nada y de otro lado, en este instante, no tengo la certeza de nada, de manera, que este pensamiento se desliza, hacia un lugar del pensar, en donde el sentido de la significación, y su significante, apenas comienza su recorrido por entre peñascos, que van más allá de los sentidos y del ojo que mira en frente suyo, la imagen proyectada una y otra vez en la misma dirección …
Veo que mira usted el reloj, si es cierto, suenan las horas, como campanadas y memo apura, y nos parte en dos, y suena convertido en un silbato , quizá tan solo es una absurda locomotora, que nos llevara al río de las cosas, en donde una llama en una pequeña cueva, oscila de allá para acá y viceversa…
Pero mire usted, mi reloj, está a punto de detenerse y me parece que estoy justo a entrar en el gran silencio, no el silencio, de los silencios, no claro que no…
Y esta telaraña, que el destino ha tejido para mí, aún no concluye, por cuanto es menester, volver al punto mismo del origen. ¿Si se da cuenta? volvimos a lo mismo...
Pero señor, no se moleste; no me refiero a su destino, por cuanto es usted mismo quien lo está obstina mente releyendo y no podemos, concluir que sea exactamente, el mismo y sin embargo el alado pensamiento, que se instala en la cima de las cosas; me dice que hay algo dentro de lo cual usted y yo nos parecemos…
Beatriz Elena Morales Estrada
©.

domingo, 11 de septiembre de 2016




               ESTANCIA

Te veo aquí,  en esta estancia  gris
tal,  como si fuera ayer
apareces  de pronto,  en el cenizo humo
te veo,  como si llegaras radiante  del azul
y aparece tan  solo,  una vela que se derrite lentamente 
y mi asombrada esperanza,  hace estremecer el pálido reflejo 
 aquí , en este espacio,  tuyo,  mío
las negras alas del silencio llaman 
y al hacerlo,  vuelvo a ver tus ojos
y en ellos,  el encendido anhelo  
y me veo a mí  misma,  de pie bajo,  el umbral de los plácidos días 
sintiendo,  bajo el cristal  del ensueño, 
la dulce forma de tu cara
el halo recio,  de tu presencia morena
 y la brisa llega,  y lo desvanece todo, todo    
arrasando,  hasta con el techo de la casa
esparciendo    el juego,  que alimenta  el dulce encanto
y  me doy   cuenta,  que solo fue un espejismo , traslúcido 
y que surgió a la par,   que tu ausencia se alargaba
habitante mustia de las horas …
Y como la sombra huye,  a la cercanía del  enardecido fuego  
cómo el pálido  reflejo ,   que se alarga,  justo  antes del amanecer
así también  huye  esta  alma mía, 
 depositaria de estas penas,  que acongojan
 y que en enternecidos  versos,  quiere cantar el desamor
de aquel,  que entre los nubarrones de palabras,  se alejó ayer de mi
sembrado las desesperanzas.. .

Beatriz Elena Morales Estrada©




Beatriz Elena Morales Estrada ©
Prohibida su reproducción total o parcial
ZURA
Genero de ciencia ficción
Año cósmico 25000
En el mes de julio de 1985 fui como siempre a entrenar en la academia, en donde solía practicar taekwondo y da la casualidad que habían allí, unas muchachas nuevas a las que repare muy levemente, dado que toda mi atención, estaba puesta, en la práctica de esta técnica.
Pero cuando se inició la clase percibí, delante de mí, a una rubia, alta y delgada que se movía de una manera bastante ágil, y eso me sorprendió, porque se suponía que era la primera vez que entrenaba estas artes. Era incansable.
Se dio entonces una pausa, en que la tuve en frente de mí; ustedes dos, trabajen juntas, se dejó escuchar la voz del profesor Carlos y así, dentro de ese ritmo y el ritmo de esta mujer continuó la clase.
Fue entonces, cuando la pude ver más de cerca, al principio un pavor frío, me recorrió la espina dorsal.
Su rostro, de una belleza sin igual, parecía mecanizado, en apariencia fría, insensible.
¿Estaba ante una poderosa máquina cibernética? ¿O quizá era una extraterrestre? No estaba exagerando y lo que tenía ante mí, era un bello ejemplar de la raza humana. ¿Pero a que se debía entonces esta apreciación tan absurda?
Es verdad, sus ojos verdes, parecían brillar como el duro metal; pero aquella comparación, no iba, porque a simple vista y para un transeúnte o cualquier otro espectador, era más bien, una muchacha joven, de apariencia jovial , igual que las otras mujeres de su edad, quizá, hasta un poco tímida, diría , en suma una persona normal, como cualquier terrícola.
Sin embargo, me pareció a mí, que esta joven tenía también, una mentalidad más desarrollada. Y no solo eso, su técnica, era muy superior a la nuestra, más avanzada.
Si, de seguro debí, de haberle preguntado, ¿si ya había estado estudiando esté arte y en dónde? Porque es que semejante entrenamiento…
La clase trascurrió obstinadamente de prisa; mis pensamientos me llevaron, a divagar en que finalmente nuestras vidas; se debatían en un solo no ser…
En ese entonces, solía pensar así y también tenía la obcecada idea, la leve sospecha, de que entre nosotros, se movían seres extraterrestres.
En ese movimiento entre el bien y el mal, mezclados; no se me había ocurrido pensar, que lo que, ellos querían hacer, era experimentos con nosotros; que quizá, nos sacudirían en lo que realmente, tenía para nosotros sentido…
El sentido de la vida.
Y que solo querían tomar a las mujeres, para prolongar su raza o cosas así, que son traídas del pelo, en fin…
Y la muchacha ¿Entonces que era? ¿Una máquina o una extraterrestre? Sin embargo, algo de cierto, tendría que haber en esto, nada de ciencia ficción, yo estaba segura que ellos, estaban mezclados entre nosotros aquí, en este planeta. Claro, es que si, se quiere observar a cierto tipo de animales, se lo debe de hacer, sin perturbarlos; es decir, actuar de la misma manera que ellos.
Demasiadas lecturas locas, de seguro; si, pensé y reí hacia adentro.
Entonces el maestro, dijo algo así; como que; estas muchachas son nuevas y no están enseñadas a esta práctica. Algo alcance a escuchar y no preste mucha atención a eso.
Fue muy fuerte, el entrenamiento; hasta que finalmente la clase termino y nos despedimos, con el usual gesto de inclinar la cabeza, una delante de la otra.
Me habría gustado platicar más o husmear un poco en el vestier, pero sabía que Juanjo polo, mi novio de ese entonces, me estaba esperando y a jodido que era, me apresure a bañarme y a cambiarme de ropa, y en efecto estaba a la entrada y se notaba, visible era su mal humor.
Y en ese orden de ideas, de cosas y de pensamientos, de otros mundos, que por supuesto están dentro del nuestro, me dispuse a salir.
Zura, la protagonista de esta historia, no se llamaba así, y en realidad, era una persona encantadora. Así que en cierta ocasión, estando yo en la academia, ella entro y se sonrió conmigo y parecía muy alegre y hasta conversamos bastante y pude observar sus ojos y fue allí, en donde se me ocurrió llamarla Zura.
Zura la muñeca de metal cristalizado y en realidad, su rostro era mucho más suave y dulce y me servirá, de personaje, para esta historia parte real y parte fantasía.
¡Ay! se me había olvidado presentarme, mi nombre es Oliveria Fernández, en mis ratos libres, práctico el taekwondo y el resto lo ocupo en ser una oficinista gris y taciturna. Laboro, en algún edificio urbano.
Los días para mi trascurren en la oficina, entre un tinto, un café y un cigarrillo, de vez en vez y mi entrenamiento.
No se vayan, ustedes a extrañar de mis raras combinaciones, taekwondo y cigarrillo con café negro; pero es que todo en este mundo, está poblado a veces, de tantas ambigüedades. Muy bien, enfoquémonos entonces, en nuestro personaje.
Zura, en el trascurrir de los días había desparecido, junto con sus enigmáticas amigas, las otras dos compañeras de la academia. Sabía que la joven, era argentina, ya que estuvimos, platicando bastante y que las otras dos eran peruanas. Trabajaban en el teatro y solo habían venido a presentar una obra. Eso fue todo.
Cierto día, caminaba cerca de un hotel muy lujoso y allí, las vi, conversando. Nunca jamás, las volví a ver.
Pero me preguntaba, entre papeles y rutinas; ya olvidada de aquellas personas
¿Quiénes en realidad eran los extraterrestres?
¿Y qué conexión tendrían con las maquinas cibernéticas?
¿Quizá un mensaje aterrador, tendrían para nosotros los humanos?
Sabemos, que en nuestro planeta, han existido civilizaciones muy avanzadas y luego han desaparecido ¿lo sabemos?
La necedad de nuestros ambiciosos gobiernos, las superpotencias ebrias de poder, el armamentismo nuclear. ¿No será que todo esto, nos llevara a la ruina total?
Y es esta pregunta la que deberíamos hacernos urgentemente…
También sería bueno, que despertáramos a una conciencia cósmica y que proyecte al hombre, desde su pequeñez, a lo esencial del espíritu, en toda su dimensión.
Es necesario crear una conciencia, que despierte el sentido de la solidaridad, de la raza humana, para con su propia especie, el planeta y todo lo demás.
ESCENA DOS
Zura llego por primera vez a este planeta, de vegetación exuberante y cálida y cuyo cielo, de un hermoso color, azul intenso al medio día, daba la impresión, de que una belleza inefable a su vez cantarina, lo llenaba todo y que todo a su vez se trasparentaba en hileras de luz, y que la energía solar, jugaba con los colores salpicándolos de matices.
Su silueta se perfilaba esbelta y felina, caminó lenta y erguida, atraves de este hermoso paisaje; apretó los dientes y pensó en su gata maura, en su planeta Orión, en su patria lejana, a tres mil años luz de nuestro planeta; no obstante, el tiempo, era en verdad, una cuestión muy relativa y secundaria, dependiendo de la órbita, en que se lo mirase…
Quizás el tiempo cósmico no existiese…
Bien, se dijo para sí, que cumpliría su misión, el propósito, que le fue impuesto, por la organización intergaláctica, para la salvaguardia y solidaridad, con cualquier planeta que se hallara, en apuros.
De cualquier lugar del universo, en donde la vida, manifieste su alito de fuerza y procesamiento de encadenación para la escala de la evolución.
Año cósmico 2530
Año de 1985
Voces alegres se escucharon e aquel salón amplio; y una de ellas expresaba; ¡Vaya! Esto sí que es gracioso, ja, ja, ja ¿A que no sabes que paso aquélla tarde con Peter? Dijo Norma, muerta de la risa, mientras se cambiaba sus ropas de hacer gimnasia; ¡Hum! Si, ya se, ¿apuesto a que te pidió que lo besaras? Replico María José, en tono suave, no seas tonta, se tropezó con mi balón, de tal suerte que fue a dar a la piscina, con ropa y todo; ja, ja, ja, ese presumido…
¿No Por qué?
Es solo que por estar mirándome; que pecadito se cayó. Zura mientras tanto, había permanecido silenciosa; después de esta charla, caminaron, con rumbo a la salida, hasta llegar a una avenida atestada de carros y de gentes. ¿Te das cuenta de los años trascurridos aquí? Si, y sin embardo en nuestro planeta, esto equivale a unos cuantos meses; pero al estar aquí, esto parece un siglo, es un lindo planeta y lo amamos, pero no hay como estar en casa; si y si estos terrícolas, supieran apreciar, el sentido de estar en casa, no le harían a este planeta ni a su eco sistema, lo que le hacen, si
muy de acuerdo; lo están es destruyendo. ¿Qué le podrán legar a sus generaciones venideras? Si, hemos estado lejos de nuestro hogar, pero no me quejo, hemos evitado que nuestros enemigos los Raywatthas, tan avanzados en su ciencia y en su tecnología , pero tan fríos y tan calculadores, a la hora de mirar el universo, sigan haciendo experimentos con estos humanos, por el momento unos cuantos de ellos , ya están preparados cósmicamente, y aunque estos seres, aman tanto la guerra y la destrucción, debemos hacer que se dé un despertar, desde adentro hacia afuera, deberán ser sacudidos en toda sus formas terrícolas, para que aprendan a convivir en paz y sobretodo , para que se dé una repartición equitativa de sus bienes materiales y que entiendan que, no se debe lastimar a ningún ser vivo, a ninguno ; la creación de armas nucleares , la codicia y el deseo de poder ; eso hace, que ellos marchen, si no lo corrigen pronto, a una destrucción total.
Mientras decía esto Zura observaba; sus ojos, que para este momento parecían tener un color ámbar, brillaban con intensidad y no tenían ningún vestigio, de ser o de estar metalizada, parecía haber sido, sometida a una profunda humanización, nada que ver, como cuando la vi por primera vez; su mirada ahora, estaba llena de dulzura. Acentuando sus palabras, dijo; es verdad, este planeta de exuberante vegetación, ha despertado en mí, un sentimiento de profunda hermandad, he aprendido a amarlos y hasta he asumido sus rasgos y a pesar de todas esas cosas, que andan tan mal, espero que ellos, aprendan y deberán hacerlo muy pronto, a respetar la vida, en todas sus formas.
Si, ojala, dijo una de las otras muchachas; este pequeño humano, que se alza con tanta soberbia, cuando siente que tiene el poder, deberá comprender, que la tierra, fue creada para la totalidad de su género, de su especie y que entiendan, la necesidad de aprender a amarse los unos a los otros, a ser solidarios y leales a sí mismos como especie; en una gran hermandad y lucha por y para la vida.
En la calle, de avenidas anchas, los carros, y algunos transeúntes esperaban ansiosos, que el semáforo cambiara de color.
Luego de hacer la gimnasia, estas tres mujeres, se dirigieron al gran hotel, para descansar y al llegar a su habitación, se dejaron caer en el desván un poco meditabundas, ya que hasta el momento, no habían querido, hablar de su separación 
La atmósfera, que hasta entonces había estado brillante, se enrareció de pronto y el ambiente se tornó opaco, una de ellas, se levantó y abrió la ventana; cada una, partiría muy pronto, para un país extraño, lejos la una de la otra, eran hermanas, amigas y aunque fueron entrenadas para eso, la cosa ahora, no les resultaba nada fácil.
Peter y zura habían logrado compenetrarse tanto, que trabajaban ahora, con un fin, una causa común. El impetuoso muchacho había, escuchado una conversación, entre Zura y María José; como sabía que se irían en algún momento; salió del almacén, en que trabajaba a buscarlas y sin querer, escucho la conversación, tan extraña acerca de un tal, intercambio molecular, de poder viajar en el espacio y cosas más, que lo llenaron de confusión.
Trató de huir, cuando se dio cuenta, que Zura lo haba visto, pero ella, fue detrás, lo miro y guardó, un extraño silencio, a lo que el muchacho le dijo; lo siento, fue algo que escuché sin querer. Si, así es Peter, aunque te parezca extraño, dijo, un tanto irritada, y Peter con ojos asustados, la miraba ya a punto de salir corriendo, no, no me mates, no diré nada a nadie , te lo juro; al instante las otras dos, que habían salido detrás al escucharlos; tornaron en risas, la irritación de Zura, cambio de rojo a blanco y el paisaje amontono colores naranja. Su irritación tenía bases fundamentadas, ya que no estaban autorizadas para que, ningún mortal supiese, conociese, de su destino; misión, abordaje, planeta tierra, rumbo a la quinta galaxia del séptimo planeta y mucho después del lugar, por donde la tierra, tendría que pasar, al final del agujero negro…
Para proteger y ayudar a la supervivencia de este planeta, siempre y cuando, se ganara un lugar en el quinta estación, antes de llegar a su destino final y a un último proceso de re -valuación cósmica, más allá del estado séptimo de la materia, la tierra, ya no sería la tierra, por lo menos, no está tierra, y en su lugar otra vendría. Una tierra nueva. La ejecución de los colores de la tarde, cambio de naranja a un verde intenso y en su cúspide a un azul infinito y límpido. Yo, yo, tartamudeo Peter, al ver la risa de las otras; no nos burlamos Peter solo, nos parece gracioso lo que dices ¿Matar? ¿Qué es eso?
¿Así actúan los humanos cuando se ven descubiertos en sus horrorosos planes?
¿Pero entonces ustedes no son? Ellas se miraron, en realidad, estaban poniendo en riesgo, esta misión de vida, te lo dije, dijo María José, nunca debiste involucrarte con un terrícola, se miraron en silencio todos, el muchacho sentía que un zapato le apretaba y que el tobillo le rascaba, pero no se atrevía, ni a mover siquiera, uno solo de sus músculos, el sudor empapó su frente. Zura de repente sintió, que el cinturón cósmico se le enredaba.
¿Hay más de ustedes? Se atrevió a pronunciar el muchacho, después de un prolongado silencio.
Estas no respondieron, las tres adquirieron un brillo metalizado. Norma desplegó sus ojos y una llama salió, destruyendo al instante, una silla giratoria. El muchacho cayó de espaldas, Zura avanzó y le dio la mano, anda ven; María José dijo estamos de tu lado amigo, y Norma lo siento…
Y ustedes son las buenas, ¿Entonces cómo serán los malos? Es cierto dijo; Zura y los hay; así como, entre ustedes existen, seres tan crueles y malvados, los hay en planetas cercanos o lejanos, pero en donde no habita la presencia, sino la no presencia, en la primera y segunda esfera, en donde supura gangrena la serpiente , que es negra y beligerante , en donde ellos, se han entregado a beber desenfrenadamente de la sangre de los inocentes, se han hecho súbditos del macho cabrío y habitan y comen del fruto de la ciencia despiadada.
Te lo contaremos todo le dijeron, asintiendo con la cabeza; pero eso sí, tienes que prometer, que jamás, se lo dirás a nadie; rugió Norma, con suavidad cerca, al muchacho y este retrocedió, un tanto temeroso. Aunque me maten, se los juro.
Bien vamos, a la habitación de paredes confortables.
Dijo Zura, no sin antes lanzar una extraña mirada a Norma, era una mirada dulce, pero fuerte. Esta se sonrió y le guiño los ojos.
¿Estás dispuesto en tu corazón y es tu deseo ser nuestro aliado? Si, así lo quiero y lo deseo, si, sin dudas…
Con los tiempos, el muchacho se había convertido, en su mejor aliado. Trascurrieron los meses y María José, logro integrarse a un grupo de danzas y por este medio, pudo viajar a muchos lugares, sin llamar la atención; era mejor así. Mientras estuvieran aquí, no usarían sus poderes para nada y así lo cumplieron; salvo en caso, de algún asunto urgente, que amenazara sus vidas y la de cualquier otro, que estuviese bajo su protección.
Ya para entonces, las semillas de la gran logia cósmica, para la preservación de la vida y la verdad; Justicia, reparación, equidad, lealtad. Todo lo que contribuyera al buen estado de la tierra como tal, de la humanidad y de los más pobres y débiles del planeta y del universo entero.
A aquellos gobernantes, que son calculadores y se ocultan, tras una máscara, pues con el tiempo, la verdad saldrá a la luz, tantos y tantos inocentes, que padecen a causa de tanta avaricia y deseo de poder y de dominio de los menos sobre los más.
De igual forma Norma haría lo suyo, en la empresa a la que se había unido.
Mientras tanto Zura, la bella rubia de cristalinos ojos, de frágil y tierna figura, caminaba por una calle solitaria y oscura, sus pasos, se perdían entre las sombras y se confundían con estas, no obstante, su figura, era un sol pequeño, que encendía cada lugar por donde pasaba.
ESCENA 3 
Alzo los ojos y vio a una luna plena, que estaba puesta allá en lo alto; ver esa gigantesca bola amarilla, un planeta gigantesco, que parecía hacerse aún más grande, por instantes; eso hacía que algo se manifestase como un sentimiento de nostalgia, de añoranza , también sentía, como un presagio, que parecía cernirse, sobre el mundo.
En fin, este extraño paisaje, le recordaba, que estaba en un planeta diferente al suyo; pero de seres semejantes en su contextura espiritual. Apresuro sus pasos, Peter la esperaba; este joven, había dejado atrás su petulancia y se había convertido en un verdadero luchador, para y por la vida.
Todo esto le resultaba, ahora bastante fascinante, pese al Riesgo a correr. Sabía que los ocultos y poderosos señores del mal, estaban presurosos por destruir a la raza humana, y los mismos humanos, no sentían el más mínimo respeto por sus hermanos. 
Hacían experimentos y arrebataban los niños pequeños a sus madres, para hacer, raros implantes. 
En un futuro cercano y al vez lejano; una bomba nuclear, un virus desconocido, amenazaría también a una gran parte, del planeta; la población, en la que muchos, quedarían quemados, incomunicados y catastrófica mente aislados dentro, debajo de la tierra.
Por fin, logró atravesar las sombras, pero antes de llegar a donde el muchacho; un horda de bandidos se lanzó sobre la mujer, para golpearla, pero estaba tan preparada, que los detuvo con un golpe en seco, miro y se vio rodeada, de inmediato, se dio cuenta que no eran humanos; aunque lo parecían, eran los viejos enemigos de la vida, guerreros sangrientos, milenarios.
De inmediato sus rasgos cayeron y se convirtieron en lo que eran, sus cuerpos y su miradas agresivas se confundían con la sombra; sus movimientos, rápidos y ágiles y sus gritos de euforia saltando, ante el placer de lamer la sangre inocente.
Con la rapidez de un insólito rayo y en menos de una fracción de segundos; Zura, se despojó de sus vestiduras y quedo convertida en una gran guerrera, enfundada en un traje negro, con fulgores azules y blancos; surgió una espada, debajo de su cinto y de sus espaldas, se alzaron alas; de un increíble salto se colocó detrás de sus oponentes; que, con no menos rapidez, se voltearon y esto, dio comienzo a la batalla. 
Con su espada corto la cabeza, de dos de ellos y que estaban a punto de derribarla en el suelo; de haberlo hecho, no la matarían, se la devorarían viva y la torturarían, lentamente, hasta hacerla sufrir y entonces, otro guerrero sin alas, pero de vestiduras plateadas y relucientes surgió de la nada y se situó, detrás de zura, para protegerla, apuntando con su espada a todos lados. 
Pero estos aguerridos entes, muy pronto los orillaron, lanzándose sobre de ellos; pero con gran fuerza, este guerrero; con su espada, pudo apartarlos; al mismo tiempo que la mujer hacia lo suyo. 
Dos de ellos, no obstante, rozaron su hombro; espadas iban y venían, hasta que Zura; logro dar en el punto exacto del cuello, de dos y finalmente pudo hacer que se deshicieran en el suelo. Esa, era la única manera de hacerlos desaparecer. 
Un tanto herido, en su costado y en su hombro Peter permanecía de pie, junto a Zura; Movámonos, pronto vendrán más a buscar a estos; si vayámonos; y Zura lo alzo, en su espaldas y lo llevo volando, hasta donde se encontraba un vehículo de color plata; para este momento, ya había vuelto a su estado natural.
Listo así, no llamaremos la atención de nadie. Y arrancaron de prisa; rápido, quítate ese traje, sé que estas herido, no es nada grave dijo él… 
Ya veremos. Esto fue solo una pequeñísima lucha callejera.
Y así vemos, como el ser humano común, desconoce el maléfico poder de las fuerzas superiores, que de un modo u otro intentaban destruirlo.
ESCENA 4
Año cósmico 2540
Año de 1989 
Esa base planetaria que la red intergaláctica había construido, en realidad era milenaria y llevaba casi el tiempo que la tierra, en sus inicios y de presentarse, como un planeta apto para la vida.
Cada día, había ido, creciendo con mayor fuerza, hasta se habían unido muchos terrícolas, dado que las jerarquías mayores así, lo habían querido, solo al servicio del amor y Zura y Peter, tenían fe y creían en el gran padre universal y en su fraternidad. Viajeros intergalácticos, de diferentes partes solían venir, se desplazaban por la luz trasversal del universo.
La noche se extendía a lo largo y ancho de esta ciudad engalanada de luces y de contrastes, también de penas y de amores y de esperanzas nuevas y hasta bellas, el cielo estaba estrellado y también lleno de chatarra y de drones, que vigilaban cualquier movimiento humano. La cara de la luna parecía, tan solo parecía, sonreír enigmática.
En una terracita solitaria, pero acogedora, aunque imposible de describir; ya que sus formas, lejos de versen, solo se percibían en la memoria, como recuerdos; que miraríamos en futuro impreciso. Más que verlas, era vivenciarlas de un modo por completo diferente
Ese lugar parecía, tener sillones, pero no eran sillones; se trataba más bien, de portátiles acogedores y conversos, que se adaptaban, al roce de las manos, a una leve inclinación o movimiento de los cuerpos en el espacio. Alargándose o encogiéndose, conversos, cóncavos, planos, según el deseo del sujeto.
Lo que parecían ciudades se evidenciaban a la vista, como grandes galeras de amplios y confortables edificios, pero no existían carros o casas. Sin embargo, eran espacios amplios con variados colores, entres verdes intensos y en sitios menos distantes, en donde parecían reunirse, muchos de ellos, se miraban colores amarillos y rojos pálidos, intensos, según el estado de la algarabía, parecían ser lugares cálidos, en donde se veían comestibles, algunos se desplazaban en lo alto, sobre la superficie de un mar azulado…
Había un edificio que sobrepasaba a los otros y que parecía estar rodeado de una cierta aura púrpura.
Zura estaba allí, en aquel elegante lugar, bajo una luz tenue y acogedora y contempla con sus ojos ámbar ahora, el negro azul, del horizonte, más allá, en el poniente.
Una sonrisa le envolvía el rostro y las formas que este lugar daba, formaban figuras geométricas, que desaparecían y a su vez surgían otras…
Una melodía que va más allá de los sentidos, se dejaba escuchar y algo que parecía ser un gato , en tamaño gigante, salto de un lado trasversal, acercándose a ella, mientras con su cabeza sobaba sus manos, que de inmediato correspondieron, a sus caricias.
El ronroneo, no se hizo esperar y el cuerpo de ella, se distendió, en un sopor; pero después de un instante, se colocó de pie y al hacerlo, su estatura había aumentado el doble, dándole majestuosidad y elegancia a su figura; de nuevo, sonrió, mientras suspiraba. Orión estaba allí y ella estaba invadida de él.
Peter Suspiraba, mirando hacia lo alto; sabía, que regresaría. Si, se dijo, Zura para sí; muy pronto tendré, que regresar a ese pequeño planeta, de la segunda galaxia, llamado tierra y su pensamiento viajo a la velocidad de la luz, en el mismo instante en que Peter, sintió una grande emoción, que le atravesó la espina dorsal y se le instalo en algún lugar de cuerpo, como depositaria de un bien mayor. Una leve anticipación del paraíso en su pecho.
Zura se enfocó en su sillón y alargando su mano, este vino hacia ella y se situó, junto a su gato; entornó los ojos y se quedó así, como ensoñando…
Y yo aquí, Oliveria Fernández, cuyo nombre me lo había puesto, mi abuela desconocida, pensaba que; esto era, apenas un comienzo, ya que, todo final, equivale a un empezar de nuevo; es decir, que no existe la inmovilidad total; ya que todo es un permanente fluir.
Para este momento Zura ya había cerrado los párpados, para seguir ensoñando con aquel planeta tierra, no menos hermoso, que su lugar natal.
Porque había conocido lo desconocido particular, el amor y la nostalgia conjuntamente. Era, un sentimiento nuevo que marcaba un hito, en su especie y la nuestra, que la hacían dulce y frágil, casi vulnerable y por el contrario, él se había afirmado, en ese sentimiento particular y personal; hacia ese amor universal , que lo hacía sentirse menos débil y más fuerte, pero era una fuerza llena de ternura.
Pero quizá Zura y Peter solo soñaban un sueño…
Y quizá una sonata al amor y a la alegría, unirían a esos corazones, en dimensiones por completo diferentes.
Oliveria Fernández, tenía los pies puestos sobre su escritorio, cuando un malestar en su espalda, la hizo despertar, al mismo tiempo, que su pequeño celular timbraba, era su novio, que ya la estaba esperando, afuera del gimnasio
¡Por Dios! , me quede dormida, no fui a entrenar y tampoco lo llame; bostezo con insistencia; habría jurado, que estaba soñando. ¿Si pero que era? ¿Qué era?

                                                                              FIN
Beatriz Elena Morales Estrada ©