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domingo, 3 de enero de 2016

ELLOS Y LA MÚSICA







ELLOS Y LA MUSICA
La música suena y ellos
y ellos están bailando
y todo a su vez
a su vez todo, todo
a su  alrededor
 las hojas caen…
Se convierten en plumas
levantando el aire
juntos bailaron esta noche
no es solo sexo
sin dudas había algo mas
juntos sintieron la suave brisa del amanecer
al verlos bailar suspiran los ensueños
en casa de cristal
entre las hojas que trae el viento en su girar
 al verlos bailar  vibra el alma infinita
y suspiros  surgen leves
 rompiendo los encajes…
Ellos bailaron juntos esa noche
la música suena y ellos aún están bailando
y  a su vez todo en rededor
a sus pies  caen las hojas
 y se desprende la noche
no es solo sexo
hay algo mas
sus pasos al bailar  se convierten en plumas
levantado al aire en su lugar
y al verlos bailar  suspiran los ensueños
  en  cajas de cristal.
Beatriz Elena reservados © Derechos todos

Beatriz Elena reservados © Derechos todos


LA CIUDAD Y YO


            

                                       

   LA CIUDAD Y  YO


ESCENA 1
Estaba observando,  la camioneta blanca estacionada en frente,  del almacén de revelado  fotográfico y el sol que caía  sobre de ella, como un fuego; se la veía  iluminada, debido a la potencia  de los rayos solares,  y de repente Zúas,  sin medir espacios y momentos  la lluvia comenzó a caer y pese a la  fuerza del sol, abarcándolo  todo. Este se fue desvaneciendo  lentamente y todo,  en una fracción  de segundos ; de modo,  que el espectáculo se hizo casi mágico,  ante mis ojos   y poco a poco la lluvia ocupo su lugar, llevándose los rayos de sol, hasta emparejarlo y convertirlo  todo, en una atmósfera gris ; quedando nivelado el ambiente hasta hacerse frío y opaco…

La dueña de la camioneta,  que estaba dentro del almacén ; por cierto salía y   entraba constantemente, hasta que,  en una de esas salidas,  se quedó quieta mirando a  su casa, que  ya no tenía al sol como su dueño y soltó, dejo salir esta expresión ; hay, está lloviendo sobre mi casa y así era,  como ella , llamaba a  su  camioneta…

LA CIUDAD Y  YO
ESCENA DOS

Permanecía sentada ; desde las seis  y media de  la mañana; y estaba sola, nadie aun invadía la sala  de espera y los consultorios se hallaba cerrados todavía.  Solo las puertas de color café, como mudos testigos , que solo la gestionaría, la silenciosa  sucesión de cosas abrirá.   De repente y poco a poco, todo se llenó,  como un mundo de voces que se recogen en un sola, aun cuando,  estuviese conformada por sonidos varios  a su vez. Pareciera ser,  que los calzones del movimiento se impusieran,  para no desparramase,  sobre las sillas aposentadas en la  amplia sala.
Pero de a poco,  esas cosas que se hicieron ruidosas  fueron compatibles con  los rostros ; los gestos; los gestos que se trataban, se retrataban  como huella indelebles de  la  existencia de  los seres , de esta parte de la humanidad ; flujos de voces de un tono gris, pero cadencioso,  acorde a la existencia misma. ¿Quién sabe cuáles serían exactamente sus diferentes asociaciones y pensares,  en la cavilación misma de las mentes? Total,  eso no está tan importante, cada quien sabrá de su asuntos…
 Lo interesante era,  que aquí estaba la forma de las mil formas  y de algún  modo u otro la constante en su  dolor, o en sus alegrías y problemas se sentía con fuerza;   de alguna manera, éramos  y somos individualidades partidas,  como un oficio dentro de   cada hacer… Y allí estábamos, atamos y partículas rasgados, hasta el pecho hondo del lama humana, ocupando un lugar en el espacio mundo que nos tocó vivir.
Era pues ese un murmullo elocuentes del sentir humano, de una sociedad tal arraigada en un sistema de salud, que unas veces correspondía a sus necesidades,  pero que en la mayoría de los casos; la veces,  interrumpía su tratamientos y su medicina a favor,  de unos cuantos politiqueros,  que se repartían el botín,  cuando llegaban las elecciones de candidatos; bien sea concejales,  o de lo que fuera; manejando la sartén por el mango.
Beatriz Elena reservados © Derechos todos





LAS MEMORIAS DE MA FRANCHESCA



                             

  LAS MEMORIAS DE MA  FRANCHESCA


EXCENA 1
¿Era un vecino o una vecina?
Si y me repitió lo que ya sabía; lo que ya me había repetido una y otra vez
Yo no sé porque, la quería yo tanto, sin ser mía, hasta que  dije no, yo no voy a cogerla mas.  
Es verdad no es mía.
¿Qué se hizo la niña?
Yo no sé, yo no volví  a saber de vos 

EXCENA DOS

Día 23 de noviembre
Un mes después; hola franchesca   como amaneció
Con mucho frio, que frio hace aquí en esta sala
Tiene frio sí; y bueno cuantos hijos tuvo usted; no me acuerdo,  todo eso, mi familia quedo atrás…Usted tuvo 11 hijos; no sé, no me acuerdo ya. (Ella tiene 99 años, en diciembre cumple los 100)   Y quien es fulano; un hijo mío y quien es perana;  una hija mía  y así; con decir sus nombres se acordó, que eran sus hijos. ¿Y quién soy yo?  no  me acuerdo…
 En eso un hijo de ella llego,  y de inmediato lo  reconoció; a quiubo fulano,
¿se vino de la casa y se quedó aquí?
 Me quede aquí, jejje, se aquí he vivido  siempre, luego se va y vuelvo a platicar con ella
¿Bueno y al fin quien soy yo? Yo no sé,  no me acuerdo, yo solo sé,  que quería mucho una niña, era hija de una vecina; de unos vecinos, pero desde que amanecía se iba  para mi casa, nos manteníamos juntas  y nos íbamos para el parque los días de fiesta y los domingos, era una niña caminadora; ¿Y que se hizo esa niña? yo no sé, se la llevaron; yo me tenía que venir y ella se puso a llorar, y yo llore mucho…
La quería tanto, tanto y yo llore  mucho por vos…
 Así que se quedó mirándome.
Se la llevaron, es que ellos se iban  a ir lejos, muy lejos ¿y eso para dónde?    Todo eso se me olvido. No me acuerdo.
Luego le repito la pregunta ¿ y que se hizo la niña? aquí,  volteo la cabecita hacia mí y se me quedo mirando, con una mirada tan intensa, me miro directamente a los ojos por unos segundos, sus ojitos de mama linda brillaron  y un poquitín picaresca, sin apartarlos de los míos, me enfrento, me encaro  directamente;  me dijo, me la traje, me la robe, porque,  la quería mucho y ella a mí, ella lloraba mucho por mí  y era como una hija mía; desde temprano se iba para mi casa  a buscarme y le tenían que pegar,  para que fuera con ellos, porque le rogaban mucho y ella no quería irse, siempre era así.

EXSCENA 3
Mi Dios  se lo pague,  porque no tengo conque pagarle todo lo que me cuida; no al contrario, soy yo,  la que no  tengo conque pagarle a usted; todo lo que ha hecho por mí, en la vida; por ser mi mama. Entonces me dice, clavando en mí,  sus ojillos profundos; la quería yo tanto, tanto, era tan linda, toda chiqutita,; yo se la robaba a la mama…
 De repente se queda pensativa, y medio saca,  la lengua, para hacer un remedo de llanto, era tan linda, vuelve a decir y apenas lloraba Buu. Sí;  era tan linda, yo se la robaba a la  mama y me mantenía cargándola y la mama se enojaba.
 ¿Es que es suya pues?  
 Pero era,  que yo la veía llorando a toda hora,  y entonces  la cogía  y me la llevaba, pero la mantenía más yo, que la mama. ¿Y que se hizo la mama? No sé, no me he podido acordar. 
¿Bueno y que se hizo la niña?
Me la traje, me la robe ; porque la quería mucho; era como una hija mía. La quería tanto y llore por vos  ¿Y que se hicieron ellos? Todo eso se me olvido, no me acuerdo ya.

 Beatriz Elena reservados © Derechos todos