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lunes, 19 de junio de 2017

POSTAL


POSTAL


LA CIUDAD






LA CIUDAD
La ciudad está sentada sobre un valle, de montañas abrazada. Abajo, sembrada de árboles, altos como oficinistas.
En la ciudad, gentes como hormigas, van de aquí, para allá. Entonces miro y el cielo, se desgaja en arcoíris y pienso, no soy mejor que nadie, pero tampoco peor.
Y estoy aquí a solas conmigo, viendo la cubre lechos, mirando cómo se pone arriba y a punto de juntarse, al loco palpitar de párpados y aquí estoy yo, sola y viendo. 
Viendo, como emergen, de entre las últimas ensoñaciones de algodón, rutilantes ojos, brillantes como pequeñas diademas y así, poco a poco, hasta tornarse en veredas, que invitan al sereno, en múltiples anhelos, que exhalan suspiros, mientras permanece levantada la cabeza y adentro se escapan romances, entre terciopelos que arropan como chimenea y de alguna manera, se extraña ese rumor de pasos, que dejan, como un concierto de taciturnas horas, enmohecidas, bajo la nocturnal, que tiembla.
Y los pájaros tañen, oficiando como campanarios, entrecerrados los ojos remontan; pero yo oficio, el tul de lunas y aun así, me pregunto ¿Qué será lo que esconde debajo de su luz tenue? En tanto, estas cosas; ha descendido la mortecina, cambiado su rostro a vespertino, tramitado mi sentir, como los días y signado de lluvia, el sendero y es tanto y tanto, el ruido interior, que al desgajarse la titilante, sobre pisadas de grillos y croar de ranas y renacuajos; que al alzar de nuevo la mirada, ya estoy cubierta de rocíos y de destellos.
Y por eso cuando miro, la dulce aurora y cuando veo y siento sobre mí, el sol ardiente ¡Oh sí!
Cuando miro, que el día avanza y que todo es movimiento, cuando veo, la perfecta forma humana y la singularidad de los animales, cuando miro al cielo y veo, los colores que lo pintan y veo, fundirse el día con la noche, la luna ponerse y las estrellas brillar, como una descendencia. Entonces digo, que perfecta, que maravillosa, es tu obra señor y como los ángeles, como los ángeles, te adoran ¡0h mi Dios! A ti, quiero adorarte, engrandecer, tu nombre señor; que perfecta es tu obra, tu creación, todo lo que hiciste con los dedos y tus yemas, tu rostro señor es perfecto y es perfecto en mí; tú mano prodigiosa, me acaricia y me protege, me unges y bendices ¡Oh señor! Adorado Dios, cuán grande, eres tú.
El sol de nuevo, descuelga su rayo, sobre las siluetas de los edificios, haciendo sombra, de triángulos perfectos e imperfectos… Y me pregunto a su vez ¿En qué lugar se pone la cara el tiempo cuando nadie lo ve?
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright



LIBANDO PESARES


LIBANDO PESARES
Libando pesares
se esparcen recuerdos
como plumas arropan al jardín 

en este tiempo que se aleja
es tarde para volver
y es pronto para partir
indóciles, a veces
se niegan a irse
en un bosque espeso, bajo pálidas miradas
que se alzan al vuelo, de golondrinas
como un verano en que, se alejaron tus pasos
y una lágrima furtiva, huyendo va de mi rostro
hacia la comisura de mis labios partidos
pronto volverá el invierno
y con este, marcharan inquietos los segundos
y aún no sé, si siga amando el genuino de tus ojos
ya ves, estoy sentada a la mitad del camino
esperando un tren que no regresa
anodina y secreta, callada
en la estación tránsfuga de tu cara
vadeando desiertos y nevados
ósculos los mares de mis noches
entregada al regazo de una vela
ya vez, una gotita de agua ha inundado
la diametral transparencia de este cuarto
en donde antes vos y yo permanecíamos
a la vera de un camino estoy ahora
bajo una esquina espero
el resplandor del sol en decadencia
en las horas en que las hojas, de los árboles se mecen
huérfanas y deshabitadas…
Huyen los pájaros en busca de un refugio
a lo lejos, árboles de cemento
alguien cobija, los pies que no me esperan
la sombra avanza y aleros se desbordan en agua
y gotas de mis luceros, caen sobre de mis manos
tal y como se posa el rocío sobre las hojas
es demasiado pronto para olvidar
es demasiado tarde para volver
nunca arribó el tren a la estación
ni al puerto, en donde los ojos
se deslíen en lejanías,
 en quiméricas ensoñaciones de un ayer 
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright 


PERFIDIA




        Perfidia

Fuiste  el desvelo de mi pecho
amores son los míos
los tuyos una mentira
he sido y fui tu mano derecha
  tu pie izquierdo
fue mi puntapiés 
y fui el regazo de tus tristezas
la manta  cobija de  tus pesares
 también  fui  embeleco de tus  ojos parias
y sin embargo…
La infamia camino de tu mano
¿Cómo no ibas a saber que hacías daño?
¡Qué perfidia la tuya!
A eso, no se le puede llamar más que alevosía
y actuaste  con malicia 
mancillaste el amor que te tenía 
 clavaste con un puñal mis espaldas
de tus enlodados pasos
 de tu negro ser
nada quiero saber 
quiero que seas  la perra
que se comió mi can…
 Y que el desconsuelo, 
te tome hasta la hiel    
 quiero ser lo inalcanzable  
el águila elevándose
aquello que no puedes mirar 
solo eso   y nada más
y que seas,  tan solo el puntapié
de esas, con las que,  tu sueles   tratar  

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright
                      

ELLAS




 ELLAS

Dulces criaturas que en el sueño
ángeles  son 
   gotas cristalinas
suaves como  arrullo
tiernas como el amor
ingrávidas como la magia
descalzas andan por mi casa
 sus huellas dejan por doquier
son mis amadas
mis dos hijas
son pequeñas,  tan enigmáticas 
y sus ojitos
 limpidez total 
dan la certeza de todo lo incondicional 
 ciernen la mirada y con ella inquieren y preguntan
me cuidan,  me tocan con sus manitas
cuando no las he volteado a ver
son tan cálidas
paupérrimas y a su vez  tan engalanadas
sus presencias  todo llenan 
de alas  por doquier
 son princesas, reinas en su género
 me aman con un amor sin igual
sin presunción alguna me buscan
son dignas de ser amadas 
amalas tú también
pues nobleza y abolengo tal,  no se encuentran por doquier
 indefensas y ningún daño hacen 
puro amor son, y un par de terracotas
elegantes, bien vestidas, silenciosas
y de un divino color
son mis dos gatas
primorosas
de ternura sin igual
                                              Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright 

AUN



carta nro 1
Aún
No creas, no,
que  olvidado quedó el antiguo salón de clases
en donde tus ojos,  como vuelos fundaron las palabras.
Palabras,  que se quedaron grabadas  en mi pecho.
eso y tu cara,  son cosas que siempre permanecerán; 
encendiste en mí,  las alas de la noche y fuiste  motivo
de  inspiración, que elevose  más allá,  de aquellas nubes
y fuiste y aún eres,  más que un motivo. 
Si, eres
chimenea de secreta emoción, que permanece
y  hago un alto para, venerar tu presencia. 
tu precioso discernir,  en horas y mañanitas que avanzan
o avanzaron ya,  con cautela y sin premura.
Si sientes,  que mi voz cambia o igual
siento eso, en tu voz de pájaros cantores. 
No importa, porque yo  amo el porte de tu alma
y la genial forma, del lenguaje que aún fluye en la transparencia de tu cara. 
Gracias, porque de vos aprendí a cantar en el silencio y a valorarte en la ausencia.
 En ese estar,  sin estar. 
De ese ser y no ser, siendo.  
Y aprendí entonces,  que de lo imposible se extrae la forma de lo
  perdurable.

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright
Voces De la noche



sábado, 17 de junio de 2017

MIENTRAS AGONIZO


MIENTRAS AGONIZO

Se desborda mi alma
al filo de la tarde, va
entretejida de un gris ocre
y se  encuentra habitando sueños
pintando amaneceres
da una  suave tonalidad
y se visten de paisajes
sobre una nube,  alzando mis ojos
rayando sobre el horizonte
como fuego desciende el sol
apenas si alcanzo a vislumbrar
y mientras agonizo
se miran aves pasar
cantos como agua
se disuelven en  mi boca
me doy cuenta entonces
como las cosas
terminan por engullirnos
sin apenas,  darnos cuenta
y como cactus
somos capturados  en medio de la nada
abanicos de colores
en oasis de lejanías
para nacer,  he nacido
siendo semilla, raíz primitiva fluyendo
se escuchan tambores en el roce
en el rozar mis dedos
endeble mi humano sentir
mientras agonizo pienso en ti…
Se miran pasar golondrinas
en el  finito del cielo mar…
¿A dónde irán?
¿A dónde iré?
Mientras agonizo...
¿Acaso ya te has olvidado?
¿Has olvidado lo nuestro?
Veo infinidad de golondrinas
mis párpados   pintando sueños
las sombras se allegan
se despuntan alas
y a su vez, se va disolviendo
en  sombra nuestro ser
las cosas se van haciendo
se van habitando  y  deshabitando
vamos descendiendo hasta
deshacernos  y sobre superficies
vamos esparciendo esencias
 alzando la mirada, 
solo se ven pasar golondrinas
allí se funda la  plenitud
de lo que se rehace
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright

DIVINO PRELUDIO



DIVINO PRELUDIO

 Divino preludio, fundado en colores
emanación de ensoñaciones suaves como  nubes  
   magia  indestructible y presentida en tanto  mirabas
 bajo la declinación geométrica del ciclo,  en caída de cubre lechos
cuando bebíamos del cántaro sagrado,  en anhelos  Juntáronse  
y en ese pernoctar subyacía la fogata que arropaba
cuando la nieve caía y se escuchaba como oasis  
  en música de flautas se entibiaba  la atmósfera 
 la ensenada que estaba bombardeada por el crujir de llantas
parecía   un caudal de fuentes,  que descendía;
 en tanto tú y  yo flotamos entre dichas de café  
aleluyas y rapsodas se rozaban  
allí, no claudicaron  los rosales
y el sonido  del tejado como dedos
como suave verano…  
Pero  ahora,  se deshizo la chimenea 
y bajo los pies,  solo hay cactus
lo indestructible cayó como una  torre 
árido el terciopelo se volvió…
más aunque,  en nubes está mi mirada
algo me dice, que nada fue en vano
porque el árbol de la  ensenada no  agrio
y los rosales  mudaron en arcoíris
 los bosquejos de colores siguen intactos
aunque   se deslíen los días
y todo lo vivido, entre memorias  esta
no se caerán,  del aposento
las lunas,  ni morirá el  azul

allí tu y yo …

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright

lunes, 5 de junio de 2017

POSTALES ------- TORERO.












LA MADRE

                                                                    
                                                                                            LA MADRE
Recuerdo una casa situada a la orilla de la carretera, y  dentro  a una mujer como de treinta y cinco años, de cabellos largos y un poco ondulados y un patio hecho de tierra, que ella barría, con una escoba de ramas amarradas; aun siento,  ese sonido que da el frote,  de esa escoba rama,  contra el polvorín del  patio y en la parte posterior, es decir,  trasera de la casa,  el ruido, la bulla  continua de una gallina, que estaba fuera del gallinero, y  ella cacareaba y cacareaba tanto ¡ay!  Ese ruido mágico del silencio,  en una casa campesina,  en donde solo,  se encontraba esa mujer y yo; así que le pregunte; lo recuerdo muy bien. ¿Poque esa gallina  cacarea tanto?   
  Y el sol,  en plenitud de la mañana, que bello tiempo, como un devenir,  que da vuelcos en el alma. Esa gallina esta chueca, dijo; jamás he comprendido,  que quiso decir…
 O quizás sí., no lo sé. ¿Una gallina chueca?  Ella era una mujer triste y sola   y yo de algún modo,  era feliz entre el silencio y los ruidos de la naturaleza; pero también recibía, los golpes  en las piernas de esas ramas,  con las que hacia esas escobas, me quedaban los moretones  y mi llanto, no me peque más, no me pegue más…

Y el sonido de la escoba sobre el patio de tierra   y las gallinas en el granero  y la cloaca entre los matorrales y ella,  la madre joven aún,  haciendo sus quehaceres, siempre sola y siempre en silencio…   
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright

LO QUE ES


METAMORFOSIS





               METAMORFOSIS

        La noche me atrapa infinita y constelada
la noche,  se hace mi subalterna…
Pero aun así,  me encuentro detenida en inciertos devenires
como cúmulos de tiempos, como manojos de polvos 
en los cuales se hace un silencio, 
que puede ser parecido a un cuchillo arrojado al viento 
   y mientras escribo esto, el olvido deviene en mí
comienzo a sumergirme  en un borrón de rostros nuevos
que se esconden detrás de los espejos
 y soy como párpados que  caen
viajera inconclusa de sueños  rotos
ríen en el alma quimeras 
y soy eso,  olvido, alejada del tiempo campanitas
y próxima a las puertas del no  ser
camellando en buques y barcazas de otros mares  
caído en desuso  mi rostro  cede , en peregrinación
y como mi  corazón palpitante  la noche deviene
y descubro que la fuerza de un  guerrero es el amor
ya que la fuerza de  este,  te sostiene por la vida 
mientras luchas para sobrevivir …
Y un pájaro, se pone en lo alto  de la montaña
a la hora en que mis párpados, pesados caen
y de pronto,  se  echa a volar,
alzándose en su rítmico movimiento
 y entonces recuerdo  aquellos amores,  que de serlo no lo son                                                      
y que se fueron como días 
no quedan ya,  ni el olor de las magnolias
solo quedan dedos y yemas alzándose al roce de las letras
y esta voz mía, que es la voz que surge  
en días de espléndida presencia,
cuando el sol,  el sol suelta hilillos de oro
y pedazos de rizos…
Cabellos desperdigándosen  en el viento
gestores de días  como noche   
y esto solo es un poema
 exhalando mi rostro
siento el aire,  corrientes submarinas
montaña arriba,  mis párpados adentro
la noche se hace mi subalterna
y yo la sigo adherida  a un poema

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright


LA MUJER DE NEGRO


                                                          
                                                                      LA MUJER DE NEGRO
(Historias  de mama grande)
Cierta mañana en un pueblo;  relata mi madre, que estando  muy pequeña,  sucedió algo, que la dejó impactada y resulta, que unas parientes de ella,  que vivían en una casa, que tenía en la parte trasera,  una ventana que daba a un precipicio y  esa parte era bastante alta, y abajo pasaba una quebrada  y mientras,  que la entrada principal, si daba  a una calle, un poco falduda,  pero normal y resulta, que la tía mayor, salía de viaje esa mañana, no eran,  sino la tía y otra hermana, no sé,  a  ciencia cierta,  si era hermana,  hija o sobrina;  el caso es que, mientras la mayor,  salía de viaje, la otra,  se quedó dormida y la tía, empaco un maleta con sus cosas  y salió y se fue …
Vea,  lo que pasa, es que esas  casas,  como que fueron construidas en un barranco, dice mi mamá, que para ese entonces,  era muy niñita; en cuanto se fue  la tía; la que estaba acostada,  vio sintió y oyó, a una mujer vestida de negro, con zapatos de tacón; muy hermosa  es que,  era  entrarse por la ventana esa  y que,  con una mirada llena de dulzura,  le sonrió y se acercó hasta su cama, muy  cerca de su cara, como si quisiera cerciorarse  de que si,  la estuviera mirando  y sin medir palabra,  de inmediato, se ocupó en arreglar la cocina, lavó los platos  y dejo la cocina impecable y la miraba desde allá y le sonreía y a continuación barrió la casa y  debajo de la cama y organizó las pantuflas y los zapatos, que dizque,  todo quedo muy ordenadito. Y resulta,  que como a la hora, la tía,  que estaba en la terminal de  buses,   se acordó,  que se le habían quedado unas bolsas de ropa, ya que,  eran comerciantes y toco la puerta y tocaba y nadie le abría y ya cansada y preocupada de tanto tocar,  llamó  a  unos vecinos, y  entre todos tumbaron la puerta y   como le parece,  que se fue para la cama y  la encontró con los ojos abiertos y con la lengua  trabada  y que le preguntaba cosas y ella le movía  los ojos, intentaba hablar,  pero no podía  y hacía así,   mmm, con  los labios, que los tenía pegados, apretados   y  eso,  tuvieron,  que llamar a un doctor y la tía le preguntaba,  que  podía ser eso,  tan raro  y el matasanos, en ese entonces,  como que les decían así, le respondía que no sabía;  lo que le pasaba, que era posible,  que hubiese,  tenido una experiencia muy,  muy fuerte, algo,  que la impresionó fe tal manera, que la llevó a quedar en estado de shock  y que había,  que darle tiempo a que reaccionara.
La médico  y después de tres días, fue reaccionando, hasta que contó,   lo que le había acaecido y la tía cuando llegó, si encontró todo en su sitio…
Y eso,  fue,  lo que nos dijo  mamá,  que había pasado en ese entonces.
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright


EL MAESTRO

                                                                               
                                                                                      EL MAESTRO
Y un día,  un sabio se paseaba, en compañía de sus discípulos,  por los alrededores de una universidad  barrial y elocuente;   de repente, una nube tórnanse grisácea, a lo lejos, la ciudad  se divisaba ¡Maestro! ¡Maestro!  Dijo el impetuoso y más cercano  de entre los discípulos; mire, aquellas otras nubes se han vuelto también oscuras; es cierto dijo el maestro, siempre mirando con dulzura a su discípulo, le pregunta ¿tú qué opinas Maico de  esas nubes que se propagan en el mismo color o sentido? Maestro, que pronto caerá la lluvia y fertilizara a la  tierra o  la destruirá según  la situación.
 Los otros discípulos escuchaban atentamente y entonces el maestro, mirándolo con infinita ternura le dijo; tienes razón hijo mío y deberemos aprender también, que así como las nubes pueden influenciar a otras; aunque estas se derivan de una totalidad  fenoménica o ambiental, relacionada con la temperatura de un lugar específico o de un sentido climático tal; nosotros llevamos  adentro  algo que padecemos  y que en su mayoría  lo transmitimos a los demás, bien sea consciente o inconscientemente y por eso,  es menester , que lo que transmitamos a los demás y según sea la ocasión,   sea algo, que en lugar de contaminar a los demás, de ensuciar sus  vidas, sea algo que les deja una enseñanza o simplemente,  los motive a seguir la vida, desde una manera o modo  más positivo, de un modo  más sano. Otro de los alumnos respondió; fresco maestro que todo bien. Este lo miro  y le sonrió con el infinito en sus labios y en sus ojos. 
Mientras otro de ellos dijo y si no nos apresuramos,  parce maestro nos va a caer tremendo vendaval. El maestro, aceptó con un movimiento de cabeza, pero antes de ponerse en camino dijo:
 Y recuerda, recuerda Maico y ustedes mis amados  discípulos,  que la fortaleza,  de la fuerza no es la fuerza, no,  es el amor, sólo este último da  a la fuerza, resistencia  para seguir caminando, para seguir   transmitiendo lo que es.

 Y así, de ese modo,  ellos siguieron su camino, hasta encontrar una fonda, que los albergara del frío y de la lluvia que arreciaban.  
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright

EL PROFETA

                                                                                           

EL PROFETA
Las primeras luces del amanecer, trajeron consigo la visión de las montañas, fundidas en una tenue claridad a punto de romperse, en frente del verdor,  ceñida de pupilas  titilantes;  mientras la ciudad  a sus pies, yacía vestida de silencio, como si todavía guardase  dentro de su seno, la mágica sensación de los ruidos, que ahora pernoctaban apagados; pero que en cualquier segundo,  podrían explosionar en forma de fuerzas exógenas y endógenas y a  la par que,  las cosas surgían, ahondaba dentro del pecho una sonata, con sus multiformes modos;  en tropiezos, desavenencias, soledades  pequeñas o  grandes  alegrías y según las percepciones o vivencias del instante de la vida,  en el tiempo,  que tocaba a cada ser humano.
   Una luz leve,  fundaba  la esperanza, que se afianzaba desde el principio de los tiempos y se asentaba  en el corazón  con firmeza o con levedades, según cada quien,  en sus afanes. Era y es el tiempo, en que las  puertas pantanosas de la existencia, auguraban cosas deplorables; un tiempo que viene de los tiempos y cuya raíz, trae consigo al hombre de la marca, ese que lleva en su corazón, la impiedad y la dureza.
Todo  era  y es pasado, porque mientras,  paso la yema de mis dedos, de un lugar al otro,  ya se hizo  el pasado, pero también el futuro, de  manera tal,  que el presente  da una luz sosegada y a su vez desazogada a un presente,  que es incierto,  en la medida que las cosas avanzan; ya que,  lo que se siente,  es que va decayendo la existencia, como van cayendo en sombra los rostros,  que se desvanecen y sin proponérmelo veo entonces en el espejo a otro , que me nombra.  Es cierto, decaen en sombras los rostros,  como decaen las manos y se cuelgan  los labios y  como piraña el sistema come, te come los sesos y además te dice que hay,  que ir  más allá de las cosas,  para sublimizar,  un producto que daña tu vida y te vuelve un adicto…
 Pero es cierto, si se tuvieran suficientes sesos, iríamos más allá de las cosas, sin embargo no nos interesa, nos parece difícil  la cosa, en más fácil, retraernos con alcohol, drogas,  y otras cosas, que nos vendan lo ojos, sin embargo es muy bueno  que nos entretengan, si…
Y por cierto,  la aurora trae consigo, el contacto del gallo, que es anunciador; pero el anunciador es quizá también,  algún profeta, que lleva consigo algún delirio,  que alcanza el sol y  en la obnubilada esfera del sueño, Dulcinea y su señor aparecen en  extravíos precisos de un Quijote que se camufló en el romántico, cuya silueta,  se haya  alineada,  contra los edificios o camuflada  entre    los parques otoñales de la ciudad. Pero casi desvanecido.
Fue así, que esa mañana me encontré caminado por una de las avenidas de la ciudad, cuando vi,  a una pareja  y esa pareja,  caminaba hacia mí, en ese momento y entonces lo que vi,  me recordó esa reunión entre el amor y el amor; pero en verdad era, al menos,  eso parecía,  tan real, no se besaban ni andaban,  en meloserias  vanas,  solo iban tomados  de las manos, pero  en ellos,  reflejaba  o trasmitían sin quererlo, por medio de su ojos y de lo que emanaban, la inigualable y saludable reunión,  entre dos almas gemelas. 
 De todas maneras, seguí deslizándome por la ciudad y me dije a mi mismo, yo no soy  el profeta, no anuncio nada; el anunciador es otro, si otro y además sé,  que si digo,  que yo soy el profeta, no faltara, quien venga,  me mire a los ojos y me diga colocando su dedo,  contra mí, señalándome ¿Tú eres el profeta?    Ni me digas jajaaaja, entonces a continuación,  me dirá,  tu estas de diván; pero no,  que va; yo no soy nada de esas cosas.
 ¿Porque no te fijas en los ojos y el rostro de los lagartos que gobiernan? Ellos,  son los  engañadores y claro;  no es porque,  te lo diga yo. ¡Ve!  como esta todo.  ¿Es que no te das cuenta? Le grito, le recontra grito;  pero el  inoficioso se va,  riendo, riéndose de mí, que tonto; veo a tantos cuyo diván,  son las calles y miran la acera,  lamiendo con su bocas desdentadas,  la pocilga,  de los zapatos de quienes los atropellan; bien, en el tiempo de Noé; se cometían toda clase,  de vejámenes, iniquidades  y maldades, hasta con los animales; ¿Qué que tiene qué ver? Dicen ustedes,  que nada, claro,  es que yo estoy  chiflado, pero en fin…Ahora es lo mismo y siempre ha sido así.  
Entonces,  me acorde  que el otro día,  iba caminando con mi amiga Estela; bueno esa ni amiga era, pero con ella, iba,  esa era una, costeña,  alta   y  delgada, rubia, con cara de muñeca  y un cabello largo,  y ondulado, como modelo,  de la televisión;  así era…
Ella  iba,  más adelante de mí y yo,  un poco más atrás; eso fue,  por Bolívar, yo estaba resegado,  entretenido,   mirando vitrinas  y con la boca abierta,  admirado de todo lo que veía. Cuando  de repente,  alguien,  que estaba más adelante, un harapiento, que estaba parado en la acera;  grito  a todo pulmón,  al mismo tiempo que le hacía venia , inclinándose, tal y como,  cuando se le da paso a un reyezuelo; mírenla, véanla, reconózcala,  ella es el mismísimo patas; hay va; si como no, es ella ábranle  paso , ábranle   el pasoo y ella continuó caminando, con la cabeza erguida;   mientras  a su vez, movía el culón y   los pies hacia los lados, como si estuviera batiendo chocolate. ¡Ha!   ¡He Ay!  El profeta pensé…
 Pero  Estela,  se va ir y me va dejar y arranque  a correr  y al  pasar,  por el lado del anunciador,  este,  se arropó,  con su mugrienta cobija y ni me miro siquiera.
Estela es una mujer,  que le gusta  mucho quemar hierva , esa que tiene un olor muy fuerte y luego se va a cachar con su novio Juan; una vez,  me acosté con ella, pero no me gusto, me pareció muy rara, sabia a una cosa cremosa, no se… Estaba untada de una cosa jabonosa,  por todo el cuerpo y uno la tocaba   y se resbalaba, hay como pude bregue. 
 Pero lo que sí, tengo que reconocerle, es que ella, nunca,  me insinuó, que fumara  de eso, y es que bobo,  yo no soy;  siempre me daba cuenta que eso, eso,  no era una cosa buena y adicto yo,  si no quería ser.
 Pero a mí,  me da pesar con Estela,  porque me contaron que a ella, el papá  se le había muerto quemado, si quemado, es que,  lo que pasa,  es que él,  era un viejito,  muy alcohólico  y fumaba mucho y dicen, eso dicen,  que el viejito,  se quedó dormido con el pucho entre los dedos;  tal y como dice, el  tango  y se quemó,  porque el cigarrillo,  lerdo,  que lerdo,  fue quemando todo  y  eso fue,  lo  que  paso,  que dizque se aso y que no quedo,  sino solo pura ceniza; claro eso somos ¡ Ay¡  pero a veces,  dudo,  era que,  como,  yo iba mucho allá ; creo que a la Estela,  ya no le gustaba y ella  invento,  esa historia,  para que yo no volviera, eso lo hizo,  porque,  después de eso;  yo  ya no la volví a ver,  eso me dijo,  que la llevara hasta la terminal fe los buses ; ya   que se volvía para Cartagena;  pero, creo que  lo inventó. Eso es,  lo que  pienso, bobo yo no soy,  porque el otro día, después de eso,  fui a buscarla  y estaba,  besándose  con otro tipo,  estaba,  en  una camioneta grandota  y pensé ¿Por qué lo  hizo si solo éramos amigos?  ¿Pero si Estela no era el mismísimo patas y el harapiento no era el profeta? ¿Entonces quién podría ser el uno y el otro?  Todavía recuerdo allá,  en esa barrio en donde vivíamos, a un señor fulano de tal, don Guillermo , que se iba a trabajar  todos los días y yo  entraba a la pieza,  que la dejaba a dejaba abierta,   era un señor,  que tenía la frente casi  pelada ya; con entradas anchas, blanco…  Y uno se encontraba,  conque montón de bolsas plásticas pequeñas, amarradas; bueno,  no eran tantas,  tres,  cuatro y estaban llenas de semen, digo que es semen,  porque la pieza  olía a eso  y es el mismo olor,  que se encuentra en la pieza de don gallito que lo he visto,  con estos ojos,  sí señora,  que se van a comer los gusanos,  con una media entre las piernas y  se la  pone , en esa cosa, que tiene  y no es porque yo,  lo esté espiado,  nada de eso, yo iba sano a buscarlo , cuando lo vi,  en semejante ajetreo y lo he visto varias veces,  él piensa que nadie lo ve , porque está encerrado en su cuarto, pero me choca eso , a mí no me gusta, no que va; pero entiendo,  que el pobre no tiene mujer ; también   el otro día,  en una universidad,  vi a uno que parecía el profeta y decía,  desde el quinto piso,  montando en los muros,  que eran muy altos y sobre de ellos andaba   y caminaba  por ahí y parecía no temerle a las alturas; no le daba miedo caer  y si, es verdad, ese hombre jamás se cayó,  de eso tan alto.
 Él decía,  que la biblia  era un libro,  que si lo queríamos leer bien, en forma,  para poder entenderlo,  había que leer de atrás para adelante o sea al revés  y entonces,  decía que estábamos matando al cristo, con el desperdicio de los fluidos corporales y de muchas otras formas, pero no señora a mí,  no me dio ganas de repetir  eso ;  sin embargo,   estuve en la plaza de Bolívar, dizque en honor,  al gran libertador,  es que se llama así.  Y estuve repitiendo lo mismo que ese, muchacho de las alturas,  de seguro,  me gane muchos adeptos, porque me hicieron rueda y todo y me miraban con la boca abierta, hasta que llegó la pelona  de mi hermana mayor y es que a ella,  como que  no,  le  caigo muy bien, porque cuando,  me voy,  para la misa y al regreso me remeda y me saca,  la lengua y me dice, eso lo hace,  para hacerme dar rabia.  ¿Ya te fuiste a santificar? Eso es cosa mía,  le digo, pero  esa,  sí,  que esta,  mandada a recoger.  Me trajeron para acá, dizque porque estoy,  mal de la cabeza,  pero yo me sigo preguntando  ¿Por qué?  Yo no lo sé.
 Se lo aseguro doctora,  dígale a esos hombres  de allá,   que me dejen  salir. ¿Sí? Vea yo le juro,  que yo no me creo el profeta. Y no me ponga más,  esa inyecciones, no ve, que hay,  si me va a volver loco.

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright