CONVERSACIONES CON LOS
ASTROS
Converso con la luna y siento que alguien camina
a mi lado; porque le he, arrancado del cielo y entonces pienso, en la trillada
canción de amor, de un algo que me habita y sobre todo, cuando me pienso
contigo y sueño, que te sueño, sin soñar…
Porque, me di cuenta, que tenía un oasis en la
cabeza; es decir, que yo tenía un anhelar y que debía arrancármelo de la
cabeza; claro está, sin quedarme sin cabeza.
Así que en ese suspiro, que se alza y que se
vuela del alma, cuando se pone la luna y cuando camino y pienso; pienso también
en los perros, que vagabundean perdidos en las calles, si un dueño, sin nadie
que se ocupe de ellos y entonces, hablo con la persona que soy y que va a mi
lado, pero la veo extasiada, mirando la otra cara, que está arriba y que
supuestamente es la luna, es el sol o que se yo…
No puede estar un día, sin mirar hacia allá y
quizá, en ese horizonte no este, en fin, digo, yo, no sé.
Pero no bien, hube avanzando un poco y esa
persona, que soy yo misma se desprende y se aleja ¿Pero para dónde vas le
pregunto? Y ya no me responde.
Fijo, fijo esta embobaba, con esa esfera que
parece redonda, y que solo los locos, los poetas y los románticos, confunden
con la luna, pero ella, y digo ella, porque no es válido decir (el luna) no es
la luna, ni tampoco el sol, ni siquiera una estrella…
Entonces, la veo alejarse y confundirse su
silueta con ese astro, que se mira y al hacerlo, ve también abajo y todo
alrededor, es más bien, como una de esas cosas, que se ponen y al hacerlo, se
coloca, se convierte y pasa a ser universo, que se manifiesta en versos, ya que
el universo, es un versar que salió de los labios de Dios, es el verbo hecho y
soy yo, la persona, que piensa y pienso, en la ventana ; una ventana cualquiera
, como un lugar infinito, sí, es la abertura secreta, que sale del pecho de
alguien, podrías ser tu; cuando sonríes y cuando caminas o sueñas ¿ Que se
sabrá?
En la lluviosa y melancólica llegada del
atardecer, soy de nuevo reencontrándome , que me hallo perdida, en el
tabernáculo, de un tiempo sin tregua y sin espacio; me sumerjo por esa ventana,
que es, a su vez, como una puente… Beatriz Elena Morales Estrada©
Esa puente es inexistente, porque, no se ve,
pero a mí, me abre una cobertura, como estrellas, que no son finitas, ya que,
sobre la mirada de párpados titilan-tes, el infinito no acaba, ese punto o esa
línea, que creemos imaginariamente, está detenida en algún lugar, por decirlo
de algún modo, no está detenida, ya que nunca se detiene y hay infinitos e
infinitos por encontrar.
En fin, que yo sigo caminando y la persona, que
venía a mi lado, se ha ido ya; mas no me importa…
No me importa, porque es que, esa persona soy yo
misma.
Y solo busco, la caricia tuya, que se me
presenta enredada, en el beso, que me roba el viento y también en el amor
incondicional, que me demuestra mi gata, cuando me baña las manos cual, si
fuese una madre buena , tierna y única.
Pero tú, no eres una madre; eres solo, un
islote, que se ha roto, dejándome entre el alma, un sabor de desolación.
Y de nuevo me acaricia, la adoración de mi gata;
es tan incondicional, tan agradecida, que cuando me baña las manos, me doy
cuenta, que el verdadero amor, es el que te cuida y te protege, el verdadero
amor protege; si…
De tanto, en tanto, miro y vuelvo a mirar, es la
vida, que camina a mi lado, apretada y cóncava, espacial y extensa, agua, que
deviene de la montaña azul.
Esa, que solo puede estar, en el poniente, de un
punto infinito.
Allá, existe un lugar recóndito, en donde se
abren, las corolas de las flores, amapolas, crisantemos y rosarios enteros, de
rosas sin espinas , allí surgen pájaros, encantados y encantadores, como unas
manos , como unos ojos , como un verbo que parla y que crea.
Beatriz Elena Morales Estrada©
FRAGMENTOS
Quizá allá, se añejen, el dulce de victoria y
las manos de la madre, eternas, como el sonido, que viene de las cuencas
lejanas, de la mar o de una tierra, verde, calcinan te o así , de sencillo, de
ese recuerdo primero, de esa mujer , que sufría tanto , tanto, pelando patatas
o mazorcas de maíz, digo…
Ese recuerdo, que viene de esas chambranas, que
siempre han estado en mi memoria y que concebía, como de un color verde,
verde…
Si te viera de nuevo, te preguntaría ¿Porque me
abandonaste ¿ Porque? Y me lanzaste al desamor, de quienes me acogieron, no
ella, pero si sus ramas. El dolor que sentías, tus lágrimas de rio, ahora salen
de mí, las siento desatarse y correr por mis venas.
Pero era evidente, que ese recuerdo, jamás me
abandonaría. Ahora lo comprendo, yo era la causa de tu dolor.
Cuando te miraba sufrir y camine, me levante del
piso, para darte alegría, cuando, aun no tenía un año. Y no obstante eso,
siempre me dejaste. Tan solo quisiera saber
¿Porque ¿Porque? ¿Porque?
Y continuo, en mi caminar y sé, que esto, no es
un poema; es una prosa, más que eso, es la carne de ese recuerdo y después de todo,
jamás, dije que fuera poeta.
Solo amo las tardes habitables y a un unicornio,
que se escapó del pecho, que se escapó una mañana, de un cualquier día…
Y no obstante, es el unicornio, un amigo amable,
cuya entraña, es permanente en el tiempo y de vez en vez; es un astro
permeable, cuyo gesto, implica, la constancia, de lo que pareciera ser, eso,
que se escapó, por entre los dedos.
Beatriz Elena Morales Estrada©