Entradas populares

lunes, 5 de junio de 2017

EL PROFETA

                                                                                           

EL PROFETA
Las primeras luces del amanecer, trajeron consigo la visión de las montañas, fundidas en una tenue claridad a punto de romperse, en frente del verdor,  ceñida de pupilas  titilantes;  mientras la ciudad  a sus pies, yacía vestida de silencio, como si todavía guardase  dentro de su seno, la mágica sensación de los ruidos, que ahora pernoctaban apagados; pero que en cualquier segundo,  podrían explosionar en forma de fuerzas exógenas y endógenas y a  la par que,  las cosas surgían, ahondaba dentro del pecho una sonata, con sus multiformes modos;  en tropiezos, desavenencias, soledades  pequeñas o  grandes  alegrías y según las percepciones o vivencias del instante de la vida,  en el tiempo,  que tocaba a cada ser humano.
   Una luz leve,  fundaba  la esperanza, que se afianzaba desde el principio de los tiempos y se asentaba  en el corazón  con firmeza o con levedades, según cada quien,  en sus afanes. Era y es el tiempo, en que las  puertas pantanosas de la existencia, auguraban cosas deplorables; un tiempo que viene de los tiempos y cuya raíz, trae consigo al hombre de la marca, ese que lleva en su corazón, la impiedad y la dureza.
Todo  era  y es pasado, porque mientras,  paso la yema de mis dedos, de un lugar al otro,  ya se hizo  el pasado, pero también el futuro, de  manera tal,  que el presente  da una luz sosegada y a su vez desazogada a un presente,  que es incierto,  en la medida que las cosas avanzan; ya que,  lo que se siente,  es que va decayendo la existencia, como van cayendo en sombra los rostros,  que se desvanecen y sin proponérmelo veo entonces en el espejo a otro , que me nombra.  Es cierto, decaen en sombras los rostros,  como decaen las manos y se cuelgan  los labios y  como piraña el sistema come, te come los sesos y además te dice que hay,  que ir  más allá de las cosas,  para sublimizar,  un producto que daña tu vida y te vuelve un adicto…
 Pero es cierto, si se tuvieran suficientes sesos, iríamos más allá de las cosas, sin embargo no nos interesa, nos parece difícil  la cosa, en más fácil, retraernos con alcohol, drogas,  y otras cosas, que nos vendan lo ojos, sin embargo es muy bueno  que nos entretengan, si…
Y por cierto,  la aurora trae consigo, el contacto del gallo, que es anunciador; pero el anunciador es quizá también,  algún profeta, que lleva consigo algún delirio,  que alcanza el sol y  en la obnubilada esfera del sueño, Dulcinea y su señor aparecen en  extravíos precisos de un Quijote que se camufló en el romántico, cuya silueta,  se haya  alineada,  contra los edificios o camuflada  entre    los parques otoñales de la ciudad. Pero casi desvanecido.
Fue así, que esa mañana me encontré caminado por una de las avenidas de la ciudad, cuando vi,  a una pareja  y esa pareja,  caminaba hacia mí, en ese momento y entonces lo que vi,  me recordó esa reunión entre el amor y el amor; pero en verdad era, al menos,  eso parecía,  tan real, no se besaban ni andaban,  en meloserias  vanas,  solo iban tomados  de las manos, pero  en ellos,  reflejaba  o trasmitían sin quererlo, por medio de su ojos y de lo que emanaban, la inigualable y saludable reunión,  entre dos almas gemelas. 
 De todas maneras, seguí deslizándome por la ciudad y me dije a mi mismo, yo no soy  el profeta, no anuncio nada; el anunciador es otro, si otro y además sé,  que si digo,  que yo soy el profeta, no faltara, quien venga,  me mire a los ojos y me diga colocando su dedo,  contra mí, señalándome ¿Tú eres el profeta?    Ni me digas jajaaaja, entonces a continuación,  me dirá,  tu estas de diván; pero no,  que va; yo no soy nada de esas cosas.
 ¿Porque no te fijas en los ojos y el rostro de los lagartos que gobiernan? Ellos,  son los  engañadores y claro;  no es porque,  te lo diga yo. ¡Ve!  como esta todo.  ¿Es que no te das cuenta? Le grito, le recontra grito;  pero el  inoficioso se va,  riendo, riéndose de mí, que tonto; veo a tantos cuyo diván,  son las calles y miran la acera,  lamiendo con su bocas desdentadas,  la pocilga,  de los zapatos de quienes los atropellan; bien, en el tiempo de Noé; se cometían toda clase,  de vejámenes, iniquidades  y maldades, hasta con los animales; ¿Qué que tiene qué ver? Dicen ustedes,  que nada, claro,  es que yo estoy  chiflado, pero en fin…Ahora es lo mismo y siempre ha sido así.  
Entonces,  me acorde  que el otro día,  iba caminando con mi amiga Estela; bueno esa ni amiga era, pero con ella, iba,  esa era una, costeña,  alta   y  delgada, rubia, con cara de muñeca  y un cabello largo,  y ondulado, como modelo,  de la televisión;  así era…
Ella  iba,  más adelante de mí y yo,  un poco más atrás; eso fue,  por Bolívar, yo estaba resegado,  entretenido,   mirando vitrinas  y con la boca abierta,  admirado de todo lo que veía. Cuando  de repente,  alguien,  que estaba más adelante, un harapiento, que estaba parado en la acera;  grito  a todo pulmón,  al mismo tiempo que le hacía venia , inclinándose, tal y como,  cuando se le da paso a un reyezuelo; mírenla, véanla, reconózcala,  ella es el mismísimo patas; hay va; si como no, es ella ábranle  paso , ábranle   el pasoo y ella continuó caminando, con la cabeza erguida;   mientras  a su vez, movía el culón y   los pies hacia los lados, como si estuviera batiendo chocolate. ¡Ha!   ¡He Ay!  El profeta pensé…
 Pero  Estela,  se va ir y me va dejar y arranque  a correr  y al  pasar,  por el lado del anunciador,  este,  se arropó,  con su mugrienta cobija y ni me miro siquiera.
Estela es una mujer,  que le gusta  mucho quemar hierva , esa que tiene un olor muy fuerte y luego se va a cachar con su novio Juan; una vez,  me acosté con ella, pero no me gusto, me pareció muy rara, sabia a una cosa cremosa, no se… Estaba untada de una cosa jabonosa,  por todo el cuerpo y uno la tocaba   y se resbalaba, hay como pude bregue. 
 Pero lo que sí, tengo que reconocerle, es que ella, nunca,  me insinuó, que fumara  de eso, y es que bobo,  yo no soy;  siempre me daba cuenta que eso, eso,  no era una cosa buena y adicto yo,  si no quería ser.
 Pero a mí,  me da pesar con Estela,  porque me contaron que a ella, el papá  se le había muerto quemado, si quemado, es que,  lo que pasa,  es que él,  era un viejito,  muy alcohólico  y fumaba mucho y dicen, eso dicen,  que el viejito,  se quedó dormido con el pucho entre los dedos;  tal y como dice, el  tango  y se quemó,  porque el cigarrillo,  lerdo,  que lerdo,  fue quemando todo  y  eso fue,  lo  que  paso,  que dizque se aso y que no quedo,  sino solo pura ceniza; claro eso somos ¡ Ay¡  pero a veces,  dudo,  era que,  como,  yo iba mucho allá ; creo que a la Estela,  ya no le gustaba y ella  invento,  esa historia,  para que yo no volviera, eso lo hizo,  porque,  después de eso;  yo  ya no la volví a ver,  eso me dijo,  que la llevara hasta la terminal fe los buses ; ya   que se volvía para Cartagena;  pero, creo que  lo inventó. Eso es,  lo que  pienso, bobo yo no soy,  porque el otro día, después de eso,  fui a buscarla  y estaba,  besándose  con otro tipo,  estaba,  en  una camioneta grandota  y pensé ¿Por qué lo  hizo si solo éramos amigos?  ¿Pero si Estela no era el mismísimo patas y el harapiento no era el profeta? ¿Entonces quién podría ser el uno y el otro?  Todavía recuerdo allá,  en esa barrio en donde vivíamos, a un señor fulano de tal, don Guillermo , que se iba a trabajar  todos los días y yo  entraba a la pieza,  que la dejaba a dejaba abierta,   era un señor,  que tenía la frente casi  pelada ya; con entradas anchas, blanco…  Y uno se encontraba,  conque montón de bolsas plásticas pequeñas, amarradas; bueno,  no eran tantas,  tres,  cuatro y estaban llenas de semen, digo que es semen,  porque la pieza  olía a eso  y es el mismo olor,  que se encuentra en la pieza de don gallito que lo he visto,  con estos ojos,  sí señora,  que se van a comer los gusanos,  con una media entre las piernas y  se la  pone , en esa cosa, que tiene  y no es porque yo,  lo esté espiado,  nada de eso, yo iba sano a buscarlo , cuando lo vi,  en semejante ajetreo y lo he visto varias veces,  él piensa que nadie lo ve , porque está encerrado en su cuarto, pero me choca eso , a mí no me gusta, no que va; pero entiendo,  que el pobre no tiene mujer ; también   el otro día,  en una universidad,  vi a uno que parecía el profeta y decía,  desde el quinto piso,  montando en los muros,  que eran muy altos y sobre de ellos andaba   y caminaba  por ahí y parecía no temerle a las alturas; no le daba miedo caer  y si, es verdad, ese hombre jamás se cayó,  de eso tan alto.
 Él decía,  que la biblia  era un libro,  que si lo queríamos leer bien, en forma,  para poder entenderlo,  había que leer de atrás para adelante o sea al revés  y entonces,  decía que estábamos matando al cristo, con el desperdicio de los fluidos corporales y de muchas otras formas, pero no señora a mí,  no me dio ganas de repetir  eso ;  sin embargo,   estuve en la plaza de Bolívar, dizque en honor,  al gran libertador,  es que se llama así.  Y estuve repitiendo lo mismo que ese, muchacho de las alturas,  de seguro,  me gane muchos adeptos, porque me hicieron rueda y todo y me miraban con la boca abierta, hasta que llegó la pelona  de mi hermana mayor y es que a ella,  como que  no,  le  caigo muy bien, porque cuando,  me voy,  para la misa y al regreso me remeda y me saca,  la lengua y me dice, eso lo hace,  para hacerme dar rabia.  ¿Ya te fuiste a santificar? Eso es cosa mía,  le digo, pero  esa,  sí,  que esta,  mandada a recoger.  Me trajeron para acá, dizque porque estoy,  mal de la cabeza,  pero yo me sigo preguntando  ¿Por qué?  Yo no lo sé.
 Se lo aseguro doctora,  dígale a esos hombres  de allá,   que me dejen  salir. ¿Sí? Vea yo le juro,  que yo no me creo el profeta. Y no me ponga más,  esa inyecciones, no ve, que hay,  si me va a volver loco.

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright


No hay comentarios: