CONVERSACIONES
CON LOS ASTROS
Converso con la luna y siento que alguien camina a mi lado; porque la he, arrancado del cielo y entonces pienso en la trillada canción de amor, de un algo, que me habita y sobre todo, cuando sueño contigo y sueño, que te sueño, sin soñar…
Sí; en ese suspiro, que se alza, quizá, desde tu pecho, que se vuela del alma , cuando se pone la luna y cuando camino y pienso en los perros, que deambulan, perdidos en las calles y entonces, hablo con la persona que soy y esa persona que va a mi lado, está extasiada, mirando su propia cara.
Pero no bien, hubo avanzando un poco y esa persona, se desprende de sí misma.
Es la luna, que se mira, así misma. Y al hacerlo, mira también abajo y todo alrededor, es la luna, que se pone y se coloca y soy yo, la persona , que piensa y pienso en la ventana ; una ventana cualquiera , como un lugar infinito si , ella, es la abertura secreta, que sale del pecho de alguien, podrías ser tú; cuando sonríes y cuando en la lluviosa y melancólica llegada del atardecer, me hallo perdida, en el tabernáculo, de un tiempo sin tregua y sin espacio; yo me sumerjo por esa ventana , que es, a su vez, como una puerta inexistente.
Esa puerta inexistente, se me abre a una cobertura infinita.
En fin, que yo sigo caminando y la persona, que venía a mi lado, se ha ido ya; más no me importa…
No me importa, porque es que esa persona soy yo misma.
Y solo busco, la caricia tuya, que se me presenta enredada, en el beso, que me roba el viento y también en el amor incondicional, que me demuestra mi gata sacha, cuando me baña las manos cual, una madre tierna y única. Pero tú no eres una madre; ni tampoco eres un padre, eres solo, un sueño, que se ha roto, dejándome en el alma, un sabor de desolación.
Y de nuevo siento, la adoración de mi gata; es tan incondicional, tan agradecida; me baña las manos y me doy cuenta aquí, que el verdadero amor, es el que te cuida y te protege, el verdadero amor protege; si…
De tanto, en tanto, miro y vuelvo a mirar, es la vida, que camina a mi lado, apretada y cóncava, espacial y extensa, agua, que deviene de la montaña azul.
Esa, que solo puede estar, en el horizonte, de un punto infinito.
Allá, existe un lugar recóndito, en donde se abren, las corolas de las flores, amapolas, crisantemos y rosarios enteros, de rosas sin espinas y surgen pájaros, encantados y encantadores, como un sueño.
Quizá allí, se añejan, el dulce de victoria y las manos de la madre eternas, como el sonido, que viene de las cuencas lejanas de la mar o de una tierra, verde y calcinante…
Y continuo, en mi caminar y sé, que esto, no es un poema; jamás, dije que fuera poeta.
Solo amo, las tardes habitables y a un unicornio, que se escapó del pecho, que se escapó del pecho, una mañana, de un cualquier día…
Y no obstante, es el unicornio, un amigo amable, cuya entraña, es permanente en el tiempo y de vez en vez; es un astro permeable, cuyo gesto, implica, la constancia, de lo que pareciera ser, eso, que se escapó, por entre los dedos.
Beatriz Elena Morales Estrada©.
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