Nevaba

Nevaba sobre el azul grisáceo de la tarde...

Y sobre rascacielos imponentes,como viejos estandartes,

Nevaba, en verdad nevaba sobre la sangre líquida de mis ojos trasmutantes

Nevaba sobre el asfalto blanco de las calles viejas, de transeuntes milenarios.

Nevaba, en verdad nevaba sobre el tremulo palpitar de mi alocado corazón.

Y sobre mi rostro claro envuelto en sombras y de un mirar casi onírico...

De un mirar las luces fantasmales,opacas,luces de neón imprecisas y cambiantes.

Pero por sobre estas todo el peso de un recuerdo, velado, incierto,

Si, son las ausencias de amores idos,quizás amados, quizás hasta olvidados ya,

Pero nevaba, nevaba sobre el nocturno valle de los muertos...

Y la sangre era roja y a su vez blanquecina, porque nevaba,sí nevaba.

Nevaba y la nieve me ocultaba la delgadez de tu figura, casi como un pájaro,

como un pájaro en su vuelo más algído,y lejano, lejano.

Nevaba sobre la cóncava sombra de mis ojos,

Y sobre la abertura oculta de mi rostro, de mi rostro en su vertiente más oculta,

En verdad nevaba sobre mis ojeras negras,

Y hasta sobre mis viejos zapatos, que quedaron empapados

Tan ensolvados estaban que mis dedos, los dedos de mis pies quedaron expuestos en la nieve

Y ese fuego de la nieve me quemaba, ese oculto fuego me quemaba como un dolor...

Sí en verdad nevaba y la nieve que caía me ocultaba tu figura, imágen diluida en la rama de un ciprés

Nevaba,en verdad nevaba sobre un valle de ausencia...

De Elena Yocasta Marin

Poema extraido del Librito Preambulo para un nuevo amanecer, de Bme; publicado por la edotorial Lealón, Medellín, Colombia en febrero de 1993. Version renovada, 31 de enero de 2011.