EL DIARIO DE
VALENTINA PIAMONTE
EL MUNDO EN RUINAS
(Febrero 9 de 1986)
Sentada en mi vieja mecedora del tiempo, he vuelto a releer mis apuntes del
pasado y siento una profunda inquietud al hacerlo. Yo Valentina, yo que hace
mucho tiempo, he descubierto que el mundo en que vivo es un mundo caído,
yo que habito en la sombra, sin ser sombra, he comprendido también que este
mundo es tiniebla y olvido.
Y es que había olvidado que tengo los ojos del Dios vivo en mis ojos y aunque
él es inmortal, yo pereceré algún día bajo el sonido lejano, sonido que me
llegara de algún lugar; nunca sabré de donde vino, no lo veré quizás, pero
sentiré en un segundo ilimitado mi triste destino; que es el destino de todos.
No obstante, ahora casi vieja, perdida
la esperanza y agitada por tristes meditaciones, espero con la fuerza de un
antiguo guerrero, el fatal día en que la luna se pondrá roja. Jamás olvidaré
aquellas noches, en que tuve bajo mis
párpados cerrados, tan extrañas visiones y presagios.
Un absurdo quizá, fueron ellas ¿Pero acaso, no son absurdas las
diferentes realidades qué nos acompañan? Nada de especial tienen, sin embargo,
ahora que el mundo está otra vez en llamas y el oro negro, acaricia los corazones y el mío es una
desolación casi fatal, las recuerdo con mayor intensidad.
Fue así como aquella noche, hallándome conversando con mi madre, sentimos ambas
la necesidad de mirar el firmamento ¡Que vemos! Una luna grande y extraña en
creciente, como desde un paisaje lejano, quizás hasta fortuito. De repente y
sin darnos tiempo de nada, todo comenzó a moverse y las cosas se fueron
destruyendo ante mis ojos, las montañas se derrumbaban, caían desde su altura,
todo giraba, los continentes se desaparecían, poco a poco todo tendía a la
nada. La tierra, nuestro planeta, quedó en ruinas. Después ante mi asombrado
espíritu, solo veo herrumbre, restos de edificios esparcidos...
Entonces me pongo a llorar y lloro y
lloro, lloro con amargura la falta de mi madre, de mi familia,
de mis seres queridos, lo que era ya no es...
Sin embargo y sin que yo lo hubiera notado, hallábase a mi lado alguien,
sin fijarme lo miro y le digo ¿Qué voy a hacer? El mundo se acabó, mi familia
ha desaparecido. Entonces el ser se me acerca, me toma del brazo y me lleva
hacia unas ruinas cercanas, me dice; no debes pensar en ellos, ya no existen,
ya están muertos, pero todo, todo acaba y es tan solo para comenzar de nuevo.
Yo me quedo mirando, mirándolo y es entonces, cuando lo descubro, lo reparo
lela, muy lela, veo sus ojos; intento
acercármele pero él, me paraliza, me deja clavada en mi sitio, obligándome a
mirarlo, a detenerme en su mirada sin parpadear. Siento una gran fuerza, un
gran poder se apodera de mí, me lleno de mucha fuerza ¡Hum! Que poder tan tenaz.
Esos ojos nunca vistos antes, son semejantes a
un mar de diamantes, a un mar de cristal y brillaban con una claridad
azul de constelaciones. Escucho su voz, exhortándome de nuevo y esto es lo que
me dice; no temas yo soy Dios, siento entonces un calor, un fuego muy agradable
que me abraza.
Luego este ser que está más allá de toda apreciación física, más allá de todo
concepto banal, de lo feo o lo bonito; él es el ser, del ser y por lo
tanto, me es por completo indefinible,
imposible capturarlo en su esencia, parece alejarse y digo parece, porque con
él nunca se sabe. Sigo contemplando las ruinas y aún me lamento; el mundo
ha desaparecido delante de mi mirada, todo, todo ha caído, escucho un ruido y
me pongo alerta, al mirar veo a un pobre hombre quemado, agonizante, me pide
ayuda y exhala.
La angustia vuelve a inundarme casi hasta el horror, estaba allí, en medio de
ese desolado paisaje, vuelve entonces a aparecer un ser humano, si un ser
humano... Con patencia suena su voz, la de él, que me dice así; estos nuevos
seres que vendrán, no sabrán nada, pero nada de lo que paso aquí, no pueden
saberlo, nos toca a nosotros enseñarles, mostrarles poco a poco lo que
pasó.
Yo, que he comenzado a vislumbrar el presagio y la caída de las torres de
babel, aún no salgo de mi asombro. Mis ojos desmesurados, se fijan a veces en un punto infinito, cuando
el sol entra por un costado del tejado y se allega al patio de mi casa,
formando rayos y puntos de luz, imprecisos; que aún no acabo de comprender,
pero espero con ansiedad, el cumplimiento cabal de mi afortunado o
desafortunado destino.
ARLEQUIN
EL DIARIO DE VALENTINA PIAMONTE
Enero 9 de 1986 segunda parte.
Sentada en mi vieja mecedora, que está situada en algún lugar del
espacio, he vuelto a pensar en el pasado. Pero es que el tiempo, aparece a veces como un arlequín, que imita a
un hombre sostenido en un solo pie y con la mano izquierda extendida,
conteniendo en ella un salero, aunque estas cosas nos parezcan tan raras; no
son otra cosa que la simbología de la muerte, que se nos presenta también como
una representación de la vida.
El salero sirve para rociar y a su vez contiene en sí, la sal, la esencia del
néctar escondido y la sangre que fluye por las venas, la savia vegetal,
el carbón encendido.
El arlequín, el equilibrio entre el bien y el mal, entre el número perfecto y
lo imperfecto, la trilogía de los sabios...
¿Cuánto tiempo puede durar un hombre en esa
posición?
¿Y un arlequín? ¿Y una mujer?
Y nosotros, que somos sombras escondidas
en el sueño, somos a su vez intérpretes de sus imágenes; yo
Valentina Piamonte, seré interprete de mi propio destino y al final, mi mano
derecha extendida hacia la muerte, capturará una imagen azul, no como un
espejo, sino como una donación que he recibido de la vida. Y lo que es donado, será devuelto cabeza arriba; ya que lo que ha
estado cabeza abajo, el colgado; todo será puesto en orden y la
justicia se hará, a lo bien a lo correcto.
Después, lo donado se ira, esparciéndose... Porque ya se ha hecho, la siembra y la
cosecha esta lista.
Recuerdo, aquella madrugada, cuando el
espíritu, me llevó de nuevo al sueño
visionario; mire al cielo y vi una cantidad de estrellas resplandecientes
y a sus vez, muchos puntos en el
infinito y una luna que parecía menguante; también un planeta , que se
desplazaba, quedando detrás mío, hacia el poniente; el sol parecía
brillar...
Lo que parecía el satélite lunar, cambió varias veces de posición; es decir que
lo vi avanzar hacia una estrella, que a su vez , se desplazaba por un costado
de la tierra, en dirección al sol y cuando estaba a una cierta cercanía
de este, se produjo una semi oscuridad. La luna que en su recorrido avanzaba,
en sus movimientos habituales, no solo atraviesa por varias fases, sino que también
cambia de color.
Una extraña voz de mujer me dice; has contemplado un maravilloso espectáculo a
color, ahora el planeta va al encuentro con el sol...
Bueno siii, si es, que acaso sale.
EL DIARIO DE VALENTINA PIAMONTE
VÉRTIGO
Enero 3 de 1986- 4:00 A.M.
Y como no sentir y guardar dentro de mí, el secreto de aquellas noches de
fascinado asombro, aún recuerdo cuando el espíritu, me entró en visiones y me mostró;
enseñándome el más hermoso y exótico paisaje que jamás ojo humano, creo yo,
haya llegado a contemplar; era una
hermosa, gigantesca luna (cuando digo gigantesca es porque lo era) con
mapas de colores azules, parecían continentes sobre su superficie.
Desde el espacio yo veía también la tierra y observaba a su vez, otra luna
amarilla, muy aterradora, pero no menos bella que la anterior y más hacían
allá, en una línea casi horizontal y digo casi, porque en el espacio los
cuerpos, no se hallan tan juntos, aunque así parezca a simple vista;
varios planetas enormes; pero menos
grandes, que la luna gigante.
Los veía alineados, uno tras otro, así era que estaban. Otro planeta, menos
bello, pero de igual grandeza estaba detrás de esta, entonces me sentí
invadida por una fuerza increíble, densa, que lo atravesaba todo, todo. Y de
improviso la tierra cambió de manera brusca su dirección, en un movimiento
bastante fuerte y se alejó cada vez con mayor intensidad de la luna amarilla
que la precedía, todo se oscureció más, aún más...
Semejante situación me anonadó tanto, que comencé a gritar y no era para menos,
semejante visión, tenaz. El pánico me invadió, porque sentía como si, nos
hundiéramos y cayéramos en un vacío. Yo gritaba ¡Es el cometa Halley! Su
deslizamiento, interfiere en el rumbo de
los planetas... El impacto de tan fuerte impresión, me
hizo despertar y mis ojos, ahora ya, constelados como dos astros, quedaron
llenos de esa preciosa visión.
Me levanté asustada y subí a la terraza, el cielo parecía despejado, entonces vi,
yo vi dos puntos que se movían de forma paralela, y más abajito otros dos, que
se movían de igual modo. La casa se llenó de luz, las personas intrigadas se
despertaron, buscando a un presunto ladrón; al verme, me miraron con algo de
extrañeza ¿Y quién no? Si eran horas muy entradas de la noche.
Volvieron a sus lugares y de igual modo volví a mi habitación, encendí un
pequeño radio que tenía al pie de mi cama y como al azar sintonicé
cualquier emisora; un locutor, daba un
presunto informe científico; " se ha comprobado que seres que pertenecen a
la misma especie; pueden ser hormigas, plantas, tienen al igual que el hombre,
una capacidad receptora que funciona de una manera excelente en la proximidad
de algún peligro. Los hombres con mayor razón, se comunican entre sí y se
advierten por un instinto de conservación a distancia." Miren, yo no he comprobado la veracidad de tales palabras;
de lo que sí, estoy por completo segura,
es de la visión que tuve y la de
tan maravillosa y a su vez terrible experiencia. Eso que vivencie de una manera
tan rea
Y entonces ven los rayos que se hallan escondidos
en todos los atardeceres...
Y querrán descubrir el misterio, más no
lo supieron y no lo sabrán, por más que ellos lo intentaron.
Pero quizá, un principito logre descubrirlo ¿Digo no?
EL DIARIO DE VALENTINA PIAMONTE
El Acontecimiento
Febrero 20 de 1987
Y así como la música, es la captación del lenguaje mediante el
sonido, los acontecimientos son la captación, esencial de un solo acontecer en nuestras
vidas ¿Quién puede decir que una mano extendida en el tiempo, no, es sino la afirmación de un
arquetipo de la especie, que no es uno, sino todos y a su vez todo es uno?
Yo, aquella muchacha que soñó con la luna, me
encontraba esa noche en un lugar alto, parecía como un edificio de cristal; era
un edificio de cristal y era transparente como un espejo y allí, se reflejaba
todo el cansancio de la ciudad; ciudad, asediada por la luna.
Y llena de gentes y de carros, de sucesos e insusesos,
que me recordaban al primer Caín, acechando el primer Abel. Conmigo se
hallaban muchas personas, aunque no las conocía, jamás en mi vida las había
visto.
Desde allí, se podría observar con nitidez el cielo; es
entonces, cuando aterrada veo una luna, que se torna roja
y que se va poniendo pequeñita, en la
medida en que se aleja. La tierra parece alejarse también y sumergirse en una
oscuridad total. ¡Estoy tan aterrada!
De repente surge una estrella, siempre la veo
perfilarse en las noches y brillar con mucha intensidad. Ahora, en este
instante dicha estrella o planeta alumbra, se ilumina cada vez con mayor
fuerza y se apaga por instantes y, ya luego se aleja aún más, más a una
velocidad vertiginosa. En apariencia lo hace al mismo tiempo, de un modo
circular y horizontal.
Mi vista vuelve a ser enfocada por el lado
izquierdo y entonces vuelvo a ver la luna roja; lo inesperado sucede, luna y
estrella se juntan, una explosión voraz y todo se convierte en tinieblas y zúas...
Yo Valentina, que he visto que se ha desprendido de
un hilo del cielo la luna, me hallo aún enternecida por el asombro. Yo, yo que,
ya sé que es el uno...
Y a su vez soy su afirmación; espero en la
soledad de mi destino, el acontecimiento total de esa realidad de ser.
Ese ser, por el cual he caminado con fuerza, dejando
atrás como en un teatro, sombras de cosas ; mientras me he alejado, sosteniendo
entre mis manos un matinal, que al final de cuentas nunca he leído y que quizás
nadie leerá jamás.
Hacía atrás en el tiempo, quedan ellos, mientras yo
me voy sumergiendo como un fantasma en un tiempo, que todavía no conozco, mi
tiempo.
Beatriz Elena Morales Estrada©.