GEMIDOS DEL VIENTO EN SU DECIR
Dedos azules tiene la noche
en partes altas
y aun cuando ella permanece
cambia cuando coloca su boca en
distintos lugares
diferentes espacios tiempo…
Tal como un amante despliega la
suave caricia leve
entre los dedos miles de gotas se sueltan
de entre sus uñas se salen las caricias
los acallados gritos
esos que en su gemir más hondo
aplacaron el furor de un minotauro
tal vez, este no sea el
monstruo ese
que surgió del apareamiento entre un dios y un mortal
creando a un semidiós desnudo y solitario en un paraíso
como dedos afinados en la
música
y un tambor era acallado por la duda
que venga el amor que lava como lluvia
lavando las heridas que el viejo olvido lamió despacio
quizá entonces ella, la que se
pone no sea quimera
y no se arrastren ante ella suplicantes pies
y se oigan acordes
que son melodías
que muele el viento
esparciendo flores de hinojos
y hojas de laurel como una
hoguera
en lo alto como azules paraísos de amor entre dos
y suena como garganta la fluida
la que rompe encantos
y atrae la suave caricia que en sus alas el viento guarda
como flauta llora y se alegra
da alegría el saber que hay dos amantes que se acercan veloces
da más alegría aún saber
que la voz que llora trae
y arrastra en su alas miríadas de golondrinas
que luego se redescubren y se percata entonces
de que es tan real como el sol que atrapan mis ojos cuando miran
no es solo un oasis encantado
no, es tan real como están manos que escriben
Beatriz Elena reservados
© Derechos todos.
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