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lunes, 17 de junio de 2019

Poéticas



                                                                
                                                             Poéticas 

 

                                                             SOÑANDO

Soñando,  soñé que me  soñabas y  en ese sueño tuyo y mío; llenose   de guirnaldas el paisaje. 

Y entonces, cayeron soles,  sobre la yerba fresca,  del ensueño.

Soñando,  soñé que me querías y debido a eso,   logre atrapar pájaros en la noche. Y al amanecer sentí, que besabas a mi frente. Y una rana croó, sobre la luna que se puso. 

Fue tan bueno soñar contigo, que no me di  cuenta, que solo un ensueño fue.  

Y no quería despertar, porque si lo hacía; era como, si me estallara una bomba de agua entre las sienes, o como si alguien,  me  lanzara una piedra.

Y sucedió entonces,  que me despertó,  el sonido de una puerta laberíntica y no quería entrar, ni salir,  por esa puerta, solo quería seguir soñando,  que me amabas    y así  las cosas,  volverías  a mi  sueño,  para besar  de nuevo  a mi  frente  y a mis mejillas pálidas. 

Seguir soñando,  era lo que quería, ya demasiados sueños,  hay en el  mundo; pero el mío,  era único, sí, porque  es, mi sueño y no el tuyo.

Y ahí fue,  ahí   fue,   que sucedió,  lo más inesperado, sucedió, que un temporal, se desató en el vientre de las cosas. 

¡Ay! Es tan corto el amor y tan largo el olvido. Fue tan corto,  porque fue un sueño  y tan largo porque tú no estabas. 

Y ese sueño,  me dejó  toda ensopada; porque  fue, que cayó la lluvia,  sobre un verde prado de nostalgias y yo tenía quince años  y tú  tenías; muchos más  y yo soñando,  soñé  que me querías. 

Pero tú estabas,   en otra cama, con otra y yo,  me quede canturreando una canción. Y así pasaron mil años más y yo me quede en mi   sueño.



                                                                   DISTANCIA

¿Qué es la distancia?

Distancia,  es ausencia de presencias; es un locuaz reguero de recuerdos,  desesperanza,   de unos pasos que no llegan,  y es una voz quimérica que no  habla, movimientos espaciales,  que separan, ansiedad tremulante de una imagen; corazón vibrante, emocionado. Una barca anclada y solitaria, eso es la distancia; aquello que separa nuestras almas  y nuestros cuerpos.

El mar y el cielo es la distancia. Una calle desierta de lo amado, un rosal sin rosas, un afán tenaz  sin la llegada y es como un letargo de fantasmas en la mente…

Distancia; es ese silencio  tuyo o mío,  cuándo  nos da la espalda y cuando las manos,  se bifurcan,  por el otro lado de las cosas  y no me quieres ver, ni  yo verte. 



Distancia  es el muro que nos separa y   los muros que separan a los  unos de los otros, son todavía,  tantos y tantos muros, los que impiden  que las   distancias  se  hagan  más cortas.  

  De unos a otros  hay distancia…

 La distancia,  es aquello  que aún no se  rompe,  no,  porque la distancia es    también  aquello que no se ve, pero se siente.

Las máscaras  que no  han caído. Eso es también la distancia.



                                                                     SEMILLAS

En la desnuda  piel del mundo, empezaban a florecer, las doradas semillas del amor; pero la negra enredadera de la muerte, dejo crecer,  entre las flores primaverales, inmensos  remolinos de maleza.

  ¡Ay!  De los azules soles opacos, esos que se yerguen sobre el mundo, con su aplastante mano, que devora continentes.

¡Ay! Porque las flores, que han sido pisoteadas, tendrán que florecer;  tendrá n   que florecer en medio,  de la sangre  y sus semillas,  se extenderán sobre  un nuevo amanecer, de un sol naciente;  que será como una presencia,  instalada entre los  cielos.



                                                                          ROSADO

En el color rosado,  que apenas si, se alcanza a vislumbrar allá en el lejano cenit; en la lejanía de la forma ambigua, de los cuerpos que se alcanzan a presentir, correteando en los viejos pasillos de los colegios o dialogando   en roces luminosos,  en las cafeterías de las universidades; en fin… Entre el diario vivir, ir y venir de los descalzos  pies, que andan por el mundo,  estás tú, buscándome, estoy yo buscándote; tú  sufriéndome, viviéndome,  estoy yo  pensándote; que eres  como un viejo estandarte,  que no muere.



                                                                        Ellos
Los otros, los que destetaron a los amantes prodigiosos y fundieron el odio en iracundos movimientos de venganza y de sin razón; ellos, yacerán algún día, olvidados en la ciudad de los muertos, donde no entra, ni sale el sol.     



                                                               Beatriz Elena copyright © Morales Estrada

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