LA PUESTA EN ESCENA. LA PESADILLA
Por amor de Dios Gina ¿Cómo quieres que no te mire? Si acabo de estar contigo. Decía el hombre, fingiendo que, lo que había sucedido, obedecía a un acto consensuado, entre Gina y el.
Por amor de Dios Gina ¿Cómo quieres que no te mire? Si acabo de estar contigo. Decía el hombre, fingiendo que, lo que había sucedido, obedecía a un acto consensuado, entre Gina y el.
Junto a la cama, cubierta
por una sábana blanca, para tapar el
desorden, ella reía divertida; al menos
eso, era lo que parecía.
Pero no, no es así, su hilarismo, se debía a que no pudo soportar semejante
humillación.
Las otras mujeres y el
hombre, que al escuchar los ruidos, habían subido apresuradamente; observaban en silencio, eran casi como
imágenes sostenidas.
Su hija Carla, se puso de
pie, al oír al hombre, decir estas palabras; entonces, para sorpresa de todos, ella, Gina, se levantó con tanta rapidez, que nadie, tuvo tiempo de pensar en nada y se lanzó por la ventana.
Tan inesperado fue todo,
que nadie pudo tan siquiera evitarlo.
La ventana,
tenía suaves cortinas blancas como seda. Abajo los carros azuzaban
pitando a todo dar, las gentes caminaban amontonadas, presas de su propio peso.
Entonces el hombre dijo, el otro, el que
estaba allí, sin ser visto ¡Qué espectáculo! Prefirió arder en sus propias
llamas, antes de sufrir el oprobio al que fue expuesta.
Su hija, miró al hombre y pensó, qué extrañas sombras
le cubren el rostro. Pero reaccionó, con
rapidez al ver a su madre, arrojarse por
la ventana, intento agarrarla y presa de
la desesperación, tomó al hombre,
al violador de su madre y este seguía riendo, en ese momento llegó la
policía y Carla en forcejeó con él, y el hombre , el que parecía tener extrañas
sombras; el promotor de todo , el que
disfrutaba mirando; la agarro de las
manos iba a lanzarla cabeza abajo , pero una bala, pegó
Si está bien, lo había olvidado, démelo, ya le traigo el dinero;
el hombre miro adentro como desnudándolo
todo; empujó la puerta; pero en, ese momento apareció Gina. El hombre
la miro
riendo, y tenía sombras en la cara; es el mismo pensó Carla; esculcó los bolsillos de su panty
short u y le dijo tome, quédese con el vuelto y tomo a su madre y la empujó a hacia adentro y cerró
en la cara del tipo ; desde adentro lo escucho alejarse y su
risa estridente; Gina la mira y se encoge de hombros . Estoy muerta dice y se dispone a
irse a la cama, su habitación y la ventana,
tenía suaves cortinas blancas como seda…
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright
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