LA MUJER LUNA
Vea, lo que pasa es que si tocamos ese
cablecito de teléfono y luego lo pelamos, nos vamos a dar cuenta de
cuál es la conversación que se va a dar aquí y la persona que escuche esa
conversación tendrá poder sobre usted. Eso era lo que me decía la mujer que
estaba a mí lado, junto a mi cabeza, cerca de mi cuerpo, entonces se reía un
poco con mucha alegría porque eso le iba a tocar a ella. ¡Pero qué va! yo no
iba a ser tan pendeja, para dejar que robaran mi cablecito de teléfono y
sostuve una conversación secreta con alguien que llamo más mi atención, se
trataba de una mujer más poderosa, que llegó justo en ese momento.
Era algo así como una maga blanca. De inmediato me atrajo sin siquiera tocarme, de manera tal, que la seguí por toda la ciudad, en ningún momento toco el suelo y se elevaba cada vez más y más alto ascendiendo por entre la neblina gris, que cubría la ciudad. Desde aquí abajo yo la seguía y a mí alrededor todo era caos. No obstante logré elevarme aunque siempre detrás y un poco más abajito, siempre más abajito de ella.
Subimos más arriba, incluso por encima de los edificios. Entonces me dijo; la luna se pondrá roja, al decir esto se elevó más y más, hasta, hasta que al fin llegamos a un lugar muy alto; entonces pensé, de seguro ella va a quedarse en esta ermita. Pero no, no fue así , no porque ante mis ojos se fue convirtiendo en una lucecita muy lejana, lejana y cuando ya estaba a punto de irse para el cielo, se convirtió, en un perrito hecho de rayitos de luna , corrí y corrí tras el perrito y aquí fue en donde apareció una mujer rodeada de mucha luz, muchísima luz y en tono de mando , pero sin nada de repelencia , me dijo; tráigame ese perrito , que es mío. Así que lo cogí y el perrito lo que hizo fue enroscarse a dormir, se veía tan tierno como un peluchito y le toqué su hocico acariciándolo y puse su trompita junto a mi ojo derecho. Comprendí que la mujer luna, no se quiso ir y se quedó conmigo bajo la forma de un perrito. Cuando ella se iba a ir para el cielo, observé que Dios la estaba esperando para que se fundiera en Él, pero la mujer maga se enredó en una cuerdecita de plata y se devolvió un poquito más abajo y ahí fue en donde se convirtió en un perrito hecho de rayitos de luna.
Era algo así como una maga blanca. De inmediato me atrajo sin siquiera tocarme, de manera tal, que la seguí por toda la ciudad, en ningún momento toco el suelo y se elevaba cada vez más y más alto ascendiendo por entre la neblina gris, que cubría la ciudad. Desde aquí abajo yo la seguía y a mí alrededor todo era caos. No obstante logré elevarme aunque siempre detrás y un poco más abajito, siempre más abajito de ella.
Subimos más arriba, incluso por encima de los edificios. Entonces me dijo; la luna se pondrá roja, al decir esto se elevó más y más, hasta, hasta que al fin llegamos a un lugar muy alto; entonces pensé, de seguro ella va a quedarse en esta ermita. Pero no, no fue así , no porque ante mis ojos se fue convirtiendo en una lucecita muy lejana, lejana y cuando ya estaba a punto de irse para el cielo, se convirtió, en un perrito hecho de rayitos de luna , corrí y corrí tras el perrito y aquí fue en donde apareció una mujer rodeada de mucha luz, muchísima luz y en tono de mando , pero sin nada de repelencia , me dijo; tráigame ese perrito , que es mío. Así que lo cogí y el perrito lo que hizo fue enroscarse a dormir, se veía tan tierno como un peluchito y le toqué su hocico acariciándolo y puse su trompita junto a mi ojo derecho. Comprendí que la mujer luna, no se quiso ir y se quedó conmigo bajo la forma de un perrito. Cuando ella se iba a ir para el cielo, observé que Dios la estaba esperando para que se fundiera en Él, pero la mujer maga se enredó en una cuerdecita de plata y se devolvió un poquito más abajo y ahí fue en donde se convirtió en un perrito hecho de rayitos de luna.
El perrito
En homenaje a YL
Ocurrió de pronto una noche, hace ya
muchas lunas; cuando escuche su voz
hablándome y viendo él, como yo
me recreaba en el perrito, me dijo, yo
hice, este perrito de un modo descuidado
y lo hice del barro de mis dedos…
Pero nunca como una náusea o como algo
sucio no…
Sino como aquel peluche vivo, que exhala ternura y del cual quiero que te
recrees,
sin por ello ensalzarte; tú el hombre cuya superioridad, no es más grande que la de este pequeñín, que se hecha a los pies y no fue hecho , para que tú lo desdeñes,
Beatriz Elena morales Estrada ©
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