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viernes, 18 de marzo de 2016

LA CIUDAD Y YO







LA CIUDAD Y YO


ODISEA DE UNA  AGONIZANTE   
(¿UNA PESADILLA QUE SE ESTA HACIENDO REALIDAD?)
En la mañana,  antes de salir para allá, para el hospital,  me urgió escribir estas palabras;
 Ver las hojas caer
Intangibles en su caída
es ver como se rompen los días del calendario
a veces como fardos ostensibles
mientras la vida se deslíe como agua
en rutinas entreveradas de desidias
con días soleados como veranos infinitos
pero  ¡sabed bien!
 que en lo infinito esta lo finito a punto
a punto de estallar como un crepúsculo
o de caer en modo vertical y perderse en el silencio
Sin embargo una voz en mi interior,   me dijo;  apresúrate,  vete para allá, rápido.
  Lo hice con  la mayor rapidez, con la que podía  hacerlo.
Si,  y cuando llegue estaba su nieto Alexander  y note que él,  no se quería  ir y le  daba besos   y más  besos a la abuela; entonces yo le dije   (¿Cómo podía saberlo?)
 La verdad,  es que uno  sabe  y  no sabe , tremenda paradoja; para que descansara y  tuviera  fuerzas para regresar en la tarde,  que se fuera a dormir; esto,  me lo recriminaría  después,  frente al horno,  en donde la habían  acabado de cremar, si ve,  usted me dijo que me fuera;  y yo no quería  y yo le dije ¿cómo podía saberlo? Ambos lloramos duro,  muy  duro;   y nos abrazamos,  la mayoría de las gentes se habían ido ya.
Y si,  recuerdo como ese día,  en las horas de la mañana,  yo había acudido al hospital para estar con la abuela,   hasta las horas de la tarde; ya llevaba un mes largo allí y sus dolores nunca se le habían quitado; siempre estuve a su lado, pero cuando se la llevaron  para cuidados intensivos, la  deje sola, supuse que  la iban  a tratar mejor y como allá,  ya no necesitan acompañante,   y además no dejan,  que nadie  se quede con el paciente; me relaje  un poco; me alegre por  el cambio, supuse,  (esa manía de suponer) ; que era,  para algo bueno. Algo bueno para ella.
  Las visitas eran,  (son)  entre las dos y cinco de la tarde todos los días ; recuerdo que fui ; antes de entrar,  había que lavarse  y desinfectarse  muy bien las manos para entrar; ese mero hecho , le hace pensar a uno, que los cuidados son realmente efectivos, se entra y cada cubículo,  es para un solo paciente; entre donde  ella,  la tenían amarrada a la cama, con medias de esas   elásticas, que porque,  ella molestaba mucho y que para que no se cayera, a pesar de que eran camas de hospital y claro,  es que la pobre no se hallaba en una sola posición , note que su voz había envejecido, estaba boca arriba; pero me reconoció, de inmediato,  dijo mi nombre ; me suplico y suplico,  que la moviera y realmente  quise hacerlo ; le quite esas medias que le sostenían las muñecas a cada lado  y  en esas,  entro una señora , un enfermera   ¿ Y me dijo que está haciendo? Le dije voy a moverla,   porque ella está  muy incómoda;  señora,  es que nosotros la movemos; le recuerdo,  le dije,  que la  paciente tiene derecho a que se le cambie de posición, porque no puede permanecer   siempre de  la misma  manera todo el tiempo.
 Y lo hacemos, pero es que ella es muy cansona y no se aguanta  de un solo lado; o si no, mire como tiene la piel de sana, es que nosotros le echamos las cremas que le trajeron para que no se le hagan llagas.
 Le dije;  porque no me ayuda a moverla,  ¿para que la  va mover? déjela   así,  después nos la cobran  es a nosotros,   y la pobre Rita quejándose de dolor.
La repelentona,   se fue  y vi a  una enfermera   jovencita a, supuse que era nueva, porque se mostró formalita y con una  sonrisa dulce,  me dijo,  dígale  a la enfermera feje, porque  yo no puedo,  me  regañan; esto era,  en el cuarto piso de cuidados intensivos; así que al ver,  los ruegos de Rita; ayúdeme,  muévame  ¿sí ? o  voltéeme de lado. 
  Como estaba pesadita, la verdad,  yo no podía moverla sola, entonces me dirijo a buscar a la enfermera feje, hay mismo estaba, a unos paso más allá y le explique y me dijo; a no, es que ella ya está muy aliviada, ella  ya puede caminar sola, nosotros ya la pusimos a caminar; la pobre, ciega y tan pesada y tan enferma no podía  dar un paso solita, eso era más que evidente.
 Entonces,  me dijo es tanto,  que a ella la vamos a volver a mandar al segundo piso, a donde estaba antes, ya le vamos a dar de alta.
En esas llego,  Milena y Alexander los nietos  de ella y era muy importante que hablara con ellos,  así que la repelentona,  volvió a reaparecer y me dijo; pero salgase usted señora, no quedo de otra, tuvo que repetírmelo en dos veces y no quedo de otra.
 Y así fue,  que viendo a Rita,  en esa mañana del sábado,  acostada sobre una cama dañada, porque  la palanca no funcionaba y ella que no se hallaba  y uno no la podía sentar o subirle la cama;  fui a buscar a la enfermera jefe, ya no del cuarto piso, sino del segundo; y me dijo muy formal;  es que lo que,  pasa , es que a ella,  ya le tenemos una cama buena; no la hemos pasado,  porque la habitación está recién pintada; es la de allá, vaya y vera y hasta me pusieron a elegir  la cama,  que quisiera para ella;  la habitación de dos camas,  estaba en efecto,  recién pintada  y se hallaba sola;  por el contrario,  en donde  estábamos había otra paciente.
Me involucre demasiado con ella y no paro de pensar.
Tengo esas imágenes en la mente,  a esa enfermera con una sonda y un tubo,    que se podía oprimir y lanzar aire dentro de la persona y por la boca; yo supongo que dentro del   corazón; si,  creo que era una jeringa grande y le pregunté ¿eso para qué es?  Y ella  me decía,  es para sacarle el líquido.
  Fue así  y no fue así;  bueno es lo que creo,  ya que,  entre más tengo esa visión en mi mente, entre más re- pienso  eso, creo que ya,   estaba todo planeado;    le trato y de hecho lo hizo, meterle una sonda en la nariz.
Fue una tortura para la abuela y como no le funciono,  se la metió por la boca y de inmediato ella vomito; de hecho toca decir que había estado vomitando, incluso antes de eso.  Ese  hecho duro, unos minutos o más, quizá 20  minutos, en fin,   una eternidad semejante “tortura”.
 Yo suplicaba;  señor no la dejes sufrir  y cerraba los ojos,  para no mirar; pero como era  la primera vez, que yo veía que le colocaban una sonda y además, que ya la  habían colocado  antes;  conservaba la esperanza  de que, con eso la iban a ayudar.
  Y ya que forzaron la entrada, porque ella, no les aguanto eso y sin embargo continuaron, por la  boca;  sé que sufrió en ese instante  más que antes;  la llamé,  Rita y ella movió los labios,  para contestar  y eso fue todo.
Y pensar que unas horas antes; ese enfermero,  que ayudo  a hacerle eso; había regañado a Rita;  ella quería bañarse y al verla en su estado; que  estaba tan pesada,   le dije,  no la llevemos al baño, no la torturemos más; dije eso; pero hay mismo,  pensé en ella y le pregunte ¿o usted quiere bañarse doña Rita? Y ella me dijo que sí; todo el tiempo estuvo consiente de todo, de mi nombre; pero la pobre no se hallaba, ni de este lado ni del otro y con una sonda  y otra que le llegaba como por el cuello; la pobre tenía morados por todas partes,  de esos chuzones  con agujas, jeringas   y pues  decidimos bañarla en la cama y  la pobre,  tenía que acudir  a alguien,  para que la ayudara  a moverse,  sola no podía y llega  ese  hombre y le dice con un grito, ofuscado, pero ayúdese pues,  doña Rita, me quede paralizada, no reaccione; porque ella,  en su humildad  dijo, bueno mijo y yo le dije,  tranquila doña Rita, y es que escribiendo esto,  todavía se me vienen las lágrimas, y se  me hace  tremendo nudo en la garganta.
  El enfermero que  acompañaba  a la  enfermera  feje ;  dijo  escuchar  algo,  y muy seguro ; acertó con la cabeza , ante las preguntas de la enfermera ,  ¿de que  si estaba escuchando?  Porque tenía un aparato puesto en sus oídos. Pero cuando eso sucedía,  Rita no se movía,  para nada. ¿Era tanta la frialdad de estos enfermeros?
 Y le dijo a su acompañante, si, ya, ya entro; es posible,  pienso yo, aunque no lo sé,  con certeza,   que eso le causara,   un paro cardiaco a la abuela.
 De todas formas,  la abuela estaba muy deteriorada   y todo, su corazón.
Meses atrás,  el médico internista; le había dicho que debería tomar Ribaroxosdoo  y que no las podía interrumpir, pero en esa tal farmacia llamada cohan; no siempre  se le la daban,  y se la interrumpían  a cada rato, dizque porque era medicina no post, la última  vez que fui, me dijeron ya,  tiene  que esperar  hasta febrero,  que se monten  los políticos ,  a ver ellos que hacen; eso me dijo una de esas mujeres, en fin…
Este es el sistema.
 Ya ella venía muy mal,  antes de ser hospitalizada,  tanto sufrimiento. 
Antes de eso, unos segundos  antes, ella,  estaba todavía muy consciente de todo, pero cuando le colocaron esas sondas se quedó quieta como muerta,  en el momento de hacer ese procedimiento y al ver semejante” tortura”,  pensé en decirles  no , no la torturen  más;  la puerta de la habitación recién pintada estaba abierta, la enfermera que  en días anteriores,   no había  sido, como tan amable; es decir como lo fue ese sábado,  veintisiete  de febrero,  en las horas de la mañana y hasta esa hora;  que eran más o  menos  entre las dos  y tres de la tarde,  hora en la que murió mi amiga,  la abuela; entonces  me ordeno,  ya,  en un  tono de voz fuertecito, cierre la puerta señora y luego me saco,  de la habitación diciéndome;  vaya llame a una auxiliar para que llame al médico que está en la sala 2 .
 El doctor   me conocía; desde el momento en que estábamos en urgencias,  ya que me veía siempre con ella y estaba sentado en compañía de otras enfermeras  y otra doctora; y le dije doctor;  ¿que si  puede ir al a ver  a la señora Ana? Me miro de un modo que no alcanzo a comprender, deduje, que quizá era,   porque se lo iba a desacomodar, me miro de arriba abajo, pero fue cuidadoso y se levantó al mismo tiempo, que la otra médico;  casi siempre no actúan así;  porque dicen que están muy ocupados y responden;  dentro de un rato pasamos a verla, pero no lo hacen de inmediato.
 Parecía como si ya supieran que los iba a llamar;  todo esto,  puede ser conjetura, solo conjeturas.
 El caso,  es que en el instante no caí, en cuanta de nada; de lo que acaecía  ante mis ojos,  porque ante los acontecimientos fortuitos y mi preocupación por ella, por mi amiga; uno no capta las cosas,  hasta mucho después que suceden.
 Allí pude comprobar de manera tangible y una vez más,  la fragilidad de la vida. Zúas, como un soplo de viento, que no se nota y ya…
Pero que deja hondos dolores.
 Es que hacía unos segundos  antes,  me estaba llamando con mi nombre  ¿ayúdeme si? Y me había dicho en cuanto supo que había llegado; estoy contenta porque usted está aquí mija, se sentía segura conmigo, confiaba en mí y en el trascurrir de las minutas el desespero, era tanto que me suplico fulana,  acuéstese aquí  al lado mío, a su nieto también,  le había dicho mismo la noche anterior, confiaba en mí,  pero no,  como,  para  pedirme eso y es que,  de seguro su soledad,  era tan grande, el deseo de sentir un abrazo o sentir el cariño de alguien, de seguro la soledad  es algo muy  verraco y sobre todo,  en cercanías de la indeseada, porque sé,  que ella lucho y resistió hasta el último momento. Quería vivir. Lo sé.  Además ya,  había recobrado el vigor habitual o de su voz.
El doctor, el profesor como  le decían los otros médicos,  pasaron  a verla y entre ellos,  se dijeron,  si,  está muy hipterica.
 ¿Muy qué? Pregunté;  Hipterica, muy amarilla,  me explico  y el otro me dijo,  lo siguiente;  es que a  ella se le complico todo,  con una neumonía, esa sí, se la pegaron aquí,  en el hospital, ya que tanto nosotros,  los enfermos y las personas,  que vienen  a un hospital,  están expuestas a  que se les  pegue cualquier  cosa, bacteria.  Claro,  pensé eso debió  haber  sido en cuidados intensivos  y ese  frio,  que se siente en esos cubículos.
 Luego  este, dijo algo tan volátil y vi cómo se rio,  un poco  como burlón; pero la verdad que fue,  como un trabalenguas; porque nunca supe,  que era, lo mire  intrigada y seria, muy seria   le dije ¿Qué?  Él estaba mirando a doña Rita,  cuando dijo eso, pero al instante cambio su expresión; mire al profesor, al médico,  que los dirige  a ellos, pero  estaba serio.
Se fueron.  En  el trascurso, vino  otro, un hombre vestido de azul, también ya lo conocía;  estaba amable, quizá más de lo  usual y me dijo,  a ella ya le vamos a mermar  el oxígeno, porque ella,  ya no necesita tanto,  ella ya está mucho mejor.
 ¡Por Dios! Pienso en eso ahora.
Se fue y era imprescindible,  que pudiéramos,   sentar a Rita, ya que ella,  quedaba muy bajita, derecha, de espaldas  y yo trataba,  de hacer lo que mejor podía y la volteé  y me di cuenta, que estaba  con llagas en las espaldas, le habían puesto vendas y dije;  eso seguro le dio,  por estar  en la misma posición y yo,  que les dije a esas  enfermeras  de cuidados intensivos ; al oírme , Doña Rita me dijo;  y me regañaban y todo…  
Volví a  insistir, para que le dieran  una cama buena y de nuevo la enferma con tono  amble me dijo ; estoy esperando que vengan los camilleros; pude  ver a la enfermera decirle,  al hombre de azul, que si le ayudaba  a pasarla  a la otra habitación, este,  no dijo nada  y se quedó pensativo, doña Rita me llamaba y yo acudía   y le decía tranquila;  que ya la van a pasar,  para otra cama y hay  si la voy  a poder sentar.
Llegaron los camilleros y eran tres y pude ver la cara de uno de ellos, se le notaba  como un malestar, no propio, sino como cuando,  uno sabe que tiene, que hacer algo que no le agrada y cuando yo pasaba las cosas, para la otra habitación,   escuche a la enfermera,  decir a uno de ellos; porque es que ella,  no respondió  al tratamiento  que se le hizo.
¿Está muerta?  Pregunte;  y ya me toco  llamar a su nuera, a su nieto  Alexander.
Al otro día,  la vi en el ataúd, una mano generosa, no supe quien,  le había pintado  las cejas, que se le habían  borrado,  ya que eran depiladas  y también  habían pintado  sus labios y puesto un vestidito.
 Quedo bonita.  Rita es una persona que no olvidaré.
Hay mi querida  amiga Rita, nunca se  lo había dicho, esa mañana se me salió  y ella me dijo a mucho honor mija, y  yo lo reafirmo, si a mucho  honor. Fue mi amiga.
En el hospital todo el mundo,  sabía su historia, médicos  enfermeras,  que era muy pobre  y que  no tenía con que pagar y que era solita  y solo vivía con su nieto ya que todos sus hijos habían muerto ya.
 ¿Pudo esto  influenciar?
  ¿Sera que de tanto tratar con la muerte estas enfermeras  se van  deshumanizando?
No  lo sé.
La medicina aún no  ha avanzado  lo suficiente; aún le falta mucho tanto,  en lo profesional como en la parte humana.
  Y con  esto,   solo quiero  rendir honor,   a un ser humano,  a una mujer, a una abuela, que lucho  y fue  muy valiente.
Con esto,  honro,  su memoria, su dolor y su sufrimiento,  su soledad, y esa marginalidad a la que están expuestas las personas como ella…
Como todos vosotros y nosotros.
UN DÍA MÁS
Un día más y todo trascurre,  en ese tiempo de la vida y entonces acabo,  de llegar de conversar,  con  una señora  y como el otro día,  me vio afanadita  y me pregunto;  ¿que para dónde iba?   Y yo le dije,  que a cuidar a una  persona  enferma.
Y  me preguntó;  que como me había ido ese día  y le dije; no,  ya ella murió el sábado y pensé que la conversación terminaría allí; pero indagó  más y  le conté todo,  y me dijo a entonces le aplicaron la eutanasia; aquí ya están aprendiendo de los europeos; porque un conocido de nosotros nos contó que allá,   dejan morir  a las personas que tienen enfermedades terminales; que es impresionante,  ver como tienen a varias personas en una sala,  y son los enfermos   suplicando,  para que les den agua y que un familiar  suyo,  estaba allí y que le fue a dar agua a su pariente y  que una enfermera le dijo;  no le de agua,  porque es que eso es prolongarle la vida.
 Y bueno,  también me contó  que en la clínica las vegas,  a una tía suya,  le habían enterrado una jeringa en el cuello,  supuestamente por un error, una enfermera.
Pero,  que en dos ocasiones le habían dicho a la familia,  que porque no le hacían la eutanasia y que ellos dijeron que no, entonces,  después de un tiempito sucedió eso; y me dice que la familia cree que realmente fue un accidente; sin embargo ella, cree que  quizá,  eso no fue así.
  El único que sabe con certeza es Dios.  Pero es factible,  que no fuera solo,  un accidente.
Dice que murió  horrible, que eso fue tremendo,  que ese baño,  quedo inundado  de sangre por todas partes, la familia no demando.
Ahora, ya están aplicando eso, antes no era así, el gobierno ya lo autorizo, a  las tres veces,  que usted acuda a un hospital, ya tiene un letrero,  en la frente que dice: próxima candidata,  para la eutanasia y es que son las EPS; las que se favorecen  con eso, en fin…
Beatriz Elena…


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