¿Como habré de llamar la brillante cabeza que la adorna?
EL BOSQUE SEMPITERNO
Y la luz de la mañana anunció, en un silencio de verde intenso; un campanario
que retumbó en la noche.
Noche de todos los tiempos; si,
único muro, incapaz de romperse, el único muro que no podía derrumbarse y
entonces susurrantes melodías, se escucharon, un frenético hombre, broto de
entre los arboles, en el espejismo del bosque, un campesino, que comenzó a
talar. Era el bosque de la infancia…Y la luz se había vuelto cegadora y ahora
tenia el sabor, el olor del agua trasparente y la niña que recién salía del
sueño, intentaba recoger el agua que se derramaba entre sus dedos, a lo lejos
un árbol, se estremecía al contacto de
una acariciante ninfa, adentro en lo mas profundo, los momos y los espectros voladores quisieron
arrebatar la descalza huella… La sombra silente que aparecía, quiso tomar en el
sueño a la niña.
Pero había una luz sempiterna en
todos los ojos, y más allá, una
acogedora atmósfera adornada, con
candelabros, alumbrados por unas cuantas velas, quizás en un acogedor ensueño…
Los candelabros parecían querer
apagar, cada vez más y más, el sueño de
la infancia, alejándola de allá y de
repente el bosque fue invadido de gritos y de ruidos.... pero ni
la muerte, pudo arruinar la entrada del
muro, jardín ingrávido. Y la niña
sobrevivió a la enceguecedora luz, que quería encandilarla.
Beatriz Elena ©Copyright
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