SILLAS BLANCAS
Has tenido
que adecuarte para esto. Así que te has
sentado frente a unas sillas
blancas,
que
incluso podrían tener colores diferentes
, ser coloridas , pero lo que tienen cada una de ellas, es un letrero que dice; no sentarse.
Pero yo me he sentado frente a las sillas
blancas y solitarias; mientras que
arriba recovecos de paredes, puertas y
ventanas dejan translucir la luz
y así la vida, va y viene, viene y se va
como la respiración, como el
agua esparcida en las instancias secretas ,
como los ojos que el cuerpo
traga, hacia adentro, siempre
hacia adentro y a su vez
hacía, arriba en un giro lento de
despedidas , como naciendo a otros
haberes, que lo despojan de vestiduras, como rasgando los lazos apretados
de la existencia …
Como un irse de dejando
aún más solitarias las salas, las
puertas y las ventanas de las casas.
Dejando un vacío insomne y
desamparado de presencias. Sí.
Adentro, naciendo hacia un afuera, que no se ve, pero que se capta en
formas inesperadas y elocuentes en expresiones desbordadas de
dedos, de gotas que se hacen
translucidas y lejanas, sin voz, sin pies hasta convertirse en vientos y
murmullos de memorias…
Y si,
dialogo con las sillas, que en
este momento, en este solo instante, son mis compañeras.
Piedras
hacen tropezar por doquier, semblantes
apurados de pasos, en frente de ellos árboles que se doblan y caen derrotados.
Caen, otros se levantan y hay mudanzas de faz y todo esto, solo es una señal de
renovación. Indagan, preguntan
acerca de renovados ardores.
Susurran
los silencios como recintos y un
sol indeciso, asoma como alegre, como breve estimulo, que el tiempo orfebre de pieles, establece como por una medida
inexorable de catarsis en la memoria.
Como insignificancias
que se vuelven volátiles, en alas o
sobre alas frágiles de ensoñaciones y quizá,
hasta de bagatelas, que se hacen prioritarias en el aire y son elevadas, esparcidas en la suavidad del viento.
Lo prioritario se convierte o es
convertido en algo rutinario, por los buitres que vadean en las butacas de
las burocracias ineficaces de procesos
de nada. Amén.
Si converso
con las sillas y estoy bien en el
diálogo incesante de las cosas. Es la
voz secreta que indaga y se pregunta, que
acompaña…
Estoy bien
como espero que también, por allá, la
noche trascienda sin ninguna novedad.
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