(Narraciones)
La amistad
Una mirada entre jovial y cálida; pero llena de curiosidad fue la de la señora victoria aquella noche ; cuando entre a la habitación de mi amiga Ana; por encargó de esta , que me pidió el favor de que fuera a su casa y entrara a su recamara, abriera el ultimo cajón del chifonier y que buscara debajo de la ropa doblada y limpia, una billetera que contenía un dinero, que sacara una parte y lo otro lo dejara en el mismo sitio. Al entrar la señora nombrada se encontraba justo allí, casi al borde de la puerta, pero dentro de la pieza, a todo el frente del chifonier, de modo que era imposible que no viera lo que yo iba a hacer; estaba sentada con una amiga charlando y riéndose , mientras sostenía un niño en sus rodillas y como digo se me quedó mirando , pero al ver la billetera, un brillo pareció desprenderse de sus ojos y un intercambio de miradas muy coloquial y disimulado entre ambas mujeres ; que infortunadamente no noté en ese entonces, dada mi inocencia y mi obrar sin malicia alguna; además la señora parecía, como de la familia y tanto la madre como la hija, parecían confiar mucho en ella y eso fue lo que me perdió, creer en esa confianza de estas mujeres hacia esta señora. Por supuesto, ni por un segundo se me paso, que esa mujer iba a ser, motivo de perdición y en parte motivo de discordia entre mi querida amiga y yo; regrese donde Ana, que me estaba esperando y le entregué el dinero, tal como ella me lo pidiera. Pasaron los días, meses quizá, ya no recuerdo, y por supuesto que sucedieron miles de cosas entre nosotros, una de ellas fue el distanciamiento; a ella la había conocido en una academia de taekwondo, me encantaba ese deporte, pero solo llegue a cinturón azul.
En una de esas tantas prácticas fui a entrenar y allá estaba ella y ya me miraba con que mala carota y ese tal profesor, un tal Carlos, me golpeaba por detrás con un palo, escudándose en que el entrenamiento era fuerte y en ese entonces era una estudiante y no tenía un peso para pagar la academia, pero el profesor Octavio, el director de la escuela me dejaba entrenar gratis y entonces comencé a notar como todos me miraban y me sacaban el cuerpo y muchas se burlaban de mí. Poco a poco comprendí que ella había regado el cuento por todas partes, de que yo era una rata y lo hizo, sin preguntarme nada, sin consultarme acerca de lo sucedido, quizá si lo hubiera hecho, yo le habría dicho lo de la señora Victoria; pero talvez, tampoco habría creído en mí.
Por muchas razones, las cosas llegaron a tan grande y adversa situación, que un día el novio de esta mujer Ana, me golpeó en el rostro, dejándome que montón de moretones en la cara y en un ojo y me llamaba rata inmunda, mientras lo hacía.
Fue todo con tal mala suerte, que fui a parar a la cárcel y como justamente me vino el periodo, no me quedó más remedio que pedirle a esta mujer que me diera unas toallas sanitarias, dado que estaba en una celda sola y sin nadie que me ayudara, solo un teniente fue a avisarme de que esa, andaba por ahí, colocando la demanda ¿Y entonces saben que me mandó ? Sin envoltura, ni nada, una tolla suelta y pequeñita. ¿Qué tal? En ese entonces yo era como muy bobita. Claro también fui muy impulsiva. Dado que fui a la casa de esta mujer tratando de hablar con ella, pero ese hombre me lo impidió a golpes.
BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA © Copyright
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