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martes, 6 de octubre de 2020

Narraciones cortas. La amiga

   


 


(Narraciones) 

                                                         La amistad  

Una mirada entre jovial y cálida; pero llena de curiosidad fue la de la señora victoria aquella noche ; cuando entre   a la habitación de mi amiga Ana;  por encargó de esta , que me pidió  el favor  de que fuera a su casa y entrara a  su recamara,  abriera el  ultimo cajón del chifonier y  que buscara debajo de la ropa doblada y limpia,  una billetera que contenía un dinero,  que sacara una parte y lo otro lo dejara en el mismo sitio.  Al entrar la señora nombrada se encontraba justo allí, casi al borde de la puerta,  pero  dentro de la pieza,  a todo el frente del chifonier, de modo que era imposible que no viera  lo que yo iba a hacer; estaba  sentada con una amiga charlando y riéndose , mientras sostenía un niño en sus rodillas y como digo se me quedó mirando ,  pero al ver la billetera,  un brillo pareció  desprenderse de sus ojos y un intercambio  de miradas muy coloquial y disimulado  entre ambas mujeres  ; que infortunadamente no noté   en ese entonces,  dada  mi inocencia y mi obrar sin malicia alguna; además la señora  parecía,  como de la familia y  tanto la madre como la hija,  parecían confiar mucho en ella y eso fue lo que me perdió, creer  en esa confianza  de estas mujeres hacia esta señora. Por supuesto, ni por un segundo se me paso, que esa mujer iba a ser, motivo  de perdición y en parte motivo de discordia entre mi querida amiga y yo; regrese donde Ana, que  me estaba esperando y le entregué el dinero, tal como ella me  lo  pidiera. Pasaron los días, meses quizá, ya no recuerdo, y por supuesto que sucedieron  miles de cosas entre nosotros, una de ellas fue el distanciamiento;  a ella la había conocido en una academia de taekwondo, me encantaba ese deporte, pero solo llegue a cinturón azul.

 En una de esas tantas prácticas fui a entrenar y allá estaba ella y ya me miraba con que mala carota y ese tal profesor,  un tal  Carlos, me golpeaba  por detrás con un palo, escudándose     en que el entrenamiento era fuerte  y en ese entonces era una estudiante y no tenía un peso para pagar la academia, pero el profesor Octavio,  el director de la escuela me dejaba entrenar gratis y entonces comencé a notar como todos me miraban y me sacaban el cuerpo y muchas  se burlaban de mí. Poco a poco comprendí que ella había regado el cuento  por todas  partes, de que yo era una rata y lo hizo, sin preguntarme nada, sin consultarme acerca de lo sucedido, quizá si lo hubiera hecho,  yo le habría dicho lo de la señora Victoria; pero talvez, tampoco habría creído en mí.

 Por muchas razones,  las cosas llegaron a tan grande   y adversa situación, que un día el novio de esta mujer Ana, me golpeó en el rostro, dejándome que  montón de moretones  en la cara y en un ojo y me llamaba rata inmunda,  mientras  lo hacía.  

Fue todo con tal mala suerte,  que fui a parar a la cárcel y como  justamente  me vino el periodo,  no me quedó  más remedio que  pedirle a esta mujer que me diera unas toallas sanitarias, dado que estaba en una celda sola y sin nadie que me ayudara, solo un  teniente fue a avisarme  de  que esa,  andaba por ahí,  colocando la demanda    ¿Y entonces  saben que me mandó ? Sin envoltura, ni nada,  una tolla suelta y pequeñita. ¿Qué tal?    En ese entonces yo era como muy bobita.  Claro también fui   muy impulsiva. Dado que fui a la casa de esta mujer tratando de hablar con ella, pero ese hombre me lo impidió a golpes.  

 

                                       BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA © Copyright 

 

 

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